Capítulo 43

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—Regina dile a los guardias que alisten una camioneta, debo irme —ella me mira con el ceño fruncido y apenas veo que tiene la intención de replicar la interrumpo—. Lo necesito ya mismo.

Salgo del edificio líder con Rubí pisándome los talones, mi corazón me amenaza con salirse de mi pecho.

—Necesito que alguien me traiga al Delta Truswell —le digo a un guardia y me mira con una mueca.

—Salió de la manada Luna —su respuesta me deja perpleja y recuerdo que el día de ayer yo misma le entregue su misión.

—Necesito que alguien me acompañe a la manada del sur, en este momento —me dirijo a Rubí—, regresare cuanto antes. Mientras tanto te pido que me mantengas informada de cualquier cosa.

Veo como aparcan el vehículo frente al arco de piedra y veo a Aina pasar con una canasta en sus manos. Me interpongo en su camino.

—Conoces el camino a la manada del sur —ella me mira sorprendida y asiente con la cabeza—, sube al asiento del copiloto en este instante.

No le doy tiempo para que responda y halo de su brazo al copiloto del auto, abro la puerta de atrás y B se echa en los asientos.

—Aquí tiene Luna —Elizabeth me da una capa larga negra parecida a la que usaba ella y Regina el día que las conocí. Me la coloco de manera veloz. —, puede que el clima no sea agradable —me avisa y asiento antes de subirme al auto.

Bajo la ventanilla —Volveré apenas pueda, Rubí será quien me supla —Elizabeth asiente y enciendo el auto.

De reojo veo como Aina esta tensa —Ponte el cinturón de seguridad por favor —le pido.

—Está bien Luna puedo ir de esta manera —asiento no muy convencida y piso el acelerador a tope.

Salimos de la manada a toda marcha y veo como se coloca el cinturón disimuladamente.

—El Alfa está en la manada del sur —empiezo a explicar—. Esta grave. —le aclaro y ella me mira preocupada— ¿Cuánto es el tiempo estimado de llegada?

Se abraza del cinturón debido a la velocidad y me responde —Un día más o menos.

Me atraganto con mi saliva —¿¡Qué!? —niego con la cabeza—, necesitamos llegar cuanto antes.

—A esta velocidad Luna, no dude que llegaremos muchísimo antes.

Suelto el volante por un segundo y me ato el pelo, vuelvo a centrar mi total atención en el camino.

Todo lo que mi mente puede procesar en este momento es: Derek. Quiero verlo, necesito verlo. De pronto cada minuto que pasa se vuelve más lento, estresante y desesperante, desde lo profundo de mi alma le pido a mi Diosa Luna que haga que mis chicos estén a salvo.

No tengo dudas de la fortaleza de Derek pero temo no tener la suficiente fortaleza para afrontar cualquier mala posibilidad.

El camino es silencioso tanto al punto de que Aina cabecea en un intento de quedarse dormida. Perdí la cuenta de cuantas señales me he pasado, de cuantos transeúntes casi atropello porque lo único que quiero es llegar a la maldita manada del sur. El sol empieza a ocultarse y el cansancio a llegarme pero todo mi cuerpo se rehúsa a ceder, a pesar de que apenas y he podido dormir en estos días.

—Luna aquí a la derecha —habla Aina señalando un camino terroso, giro el volante de manera brusca y en un santiamén estoy en el camino de tierra.

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora