☽ Capítulo 8 ☾

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Rubí se tiró al suelo con la respiración acelerada. Mi pecho subía y bajaba con rapidez. La volteé a ver y reímos juntas.

—Demonios —se quejó—, había olvidado lo cansado que era atrapar a Buster para darle un baño.

Reí por lo que dijo —Ni que lo digas.

Me acerqué al lago y vi jugar a Buster con Storm.

—Así que... tú y Derek.

Giré la cabeza incrédula a lo que dijo— ¿qué dices...?

Ella rio —Vamos Christal, cuando te vi ayer después de que saliste del despacho saliste con una expresión... ¿Tuvieron sexo? —alzó las cejas mirándome interrogante.

Negué con la cabeza —Que cosas dices Rubí, no tuvimos sexo.

—Ay que aburrido —se quejó—. No te creo, no eres del tipo puritana.

—Sé que no, pero Derek es... diferente —me miró interrogante, reprimiendo una sonrisilla que mis palabras le causaron.

Buster salió del lago y se sacudió empapándonos, rescatándome sin querer de más preguntas de parte de Rubí.

En la mañana desperté antes que ella debido al ruido de la puerta.

—Voy... —mi voz sale ronca, caminé tratando de no tropezar por lo adormilada que me encontraba.

Acomodé mi short de pijama antes de abrir la puerta.

—Buenos días —Sarah me saludó sonriente con una felicidad que hasta parecía contagiosa.

—Días seguro, buenos no tanto —bueno, la felicidad no es contagiosa.

Ella rio —El desayuno está casi listo.

—Ahora vamos. —Sarah asintió, me giré cuando se marchó y vi a Rubí viendo una pantufla muy seguramente reflexionando el porqué de su existencia.

Reí por verla así, entré al baño y tomé una ducha. Salí envuelta en una toalla.

—Rubí, ¿Tienes ropa?

—Sí, Hank la trajo ayer mientras tú y Derek...

Levantó y bajó las cejas en un gesto que sé que quiere decir—No seas ridícula —le lancé una almohada y ella rio.

Se metió al baño, yo me acerqué a la ventana y corrí las cortinas. Me vestí con prisa seguida de Rubí para bajar a desayunar.

Los únicos en la mesa eran Derek, Regina y su hermana.

—Buenos días —saludamos Rubí y yo al unísono.

—Señorita Christal, señorita Rubí —nos saludó Sarah.

Me dirigí a la cocina y ayudé a Sarah a llevar la comida a la mesa.

—Señorita Christal solo falta llevar el café y una taza para el señor Alfa, en un momento la llevo, puede ir a sentarse.

—Tranquila puedo hacerlo yo, si tienes otra cosa que hacer puedes ir. Yo me encargo —le guiñe el ojo y ella asintió.

Bueno, ¿Dónde están las tasas? Busqué en los gabinetes de abajo y nada, abrí los de arriba y ahí las vi en la última repisa. Me puse de puntitas e intenté alcanzar una.

—Demonios...

—Yo la bajo. —Derek habló tras de mí y sin voltear contesté:

—No.

—Si —replicó. Me giré y lo sentí muy cerca. Mi intención no era retarlo, pero llevarle la contraria era un juego que era divertido—. No la alcanzas.

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora