Capítulo 52

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 Admiro con una sonrisa a Derek y detallo su rostro con cuidado, apenas desperté hace unos minutos y me tenía aprisionada entre sus brazos. La verdad es que desde que regreso de la misión no quiero que se separe de mi por nada del mundo pero tampoco quiero estar encima de el como una maldita garrapata, me acurruco en su pecho disfrutando de su calor.

El clima durante la mañana y la noche es muy fresco más aun aquí en la manada, naturalmente los hombres lobo tienen una temperatura corporal más elevada por lo que dormir junto a el significaba no pasar frio jamás.

Acaricio su cabello y beso su mejilla lo veo sonreír aun con los ojos cerrados adormilado, me sujeta con más posesividad y con una de sus manos toma mi muslo y sube mi pierna a su cadera juntándonos más. Pasea su mano libre por mi espalda y se detiene en el broche del sujetador que llevo puesto.

—Manos quietas —le digo como advertencia y a una velocidad increíble me lo desabrocha, siento una liberación al momento.

Me siento sobre la cama y lanzo el molesto sostén deshaciéndome de él. Se reincorpora de inmediato y se relame los labios cuando me ve.

—Buenos días Mi Luna —me mira directamente a los ojos esperando algún tipo de aprobación de mi parte.

Hago la sabana aun lado —Buenos días Mi lobo —le respondo cuando estoy de pie, gruñe por mi acción y cuando doy la vuelta lo veo haciendo un puchero.

Se queja de que mi familiar es un mimado y él es exactamente igual. Se mueve en la cama sobre sus rodillas y me abraza por la espalda impidiendo que me mueva.

—Vuelve a la cama Luna, ven aquí conmigo —sus manos suben poco a poco intentando tocarme, me doy la vuelta y mi pecho queda frente a su cara.

Sus ojos brillan y me inclino un poco acercándome más a el —Ya salió el sol, es hora de levantarse —le levanto la mirada con mi dedo índice bajo su barbilla para que me vea a los ojos.

Frunze el ceño —No me importa el sol —dice entre gruñidos—, estoy cansado aun. —se queja en voz alta.

—De acuerdo, entonces duerme otro rato. —beso su frente y gruñe por mi respuesta.

—No quiero dormir otro rato, no solo. Te quiero aquí —lo escucho decir mientras le doy la espalda y rodeo la cama en dirección al baño.

Cuando tomo la perilla de la puerta del baño habla.

—¿No vas a venir? —volteo en su dirección y me mira de una suave manera. — Sigo agotado por la misión —se queja y yo ruedo los ojos.

—Eres un dramático —camino en su dirección cediendo por fin, paso por encima de él y antes de que me toque me dejo caer en mi lado de la cama.

Frunzo el ceño de inmediato —Hey...—se queja y me acerca a él.

—¿Qué? Creí que la misión te dejo agotado —lo miro con burla y el frunce el ceño.

Paso mi dedo índice por su entrecejo —No frunzas el ceño tanto todos creerán que siempre estás enojado.

Vuelve a subir mi pierna a su cadera y me acaricia —Siempre estoy enojado con todos —hunde su cara en el hueco de mi cuello y deja un camino de besos húmedos—, menos contigo. —me sonríe cuando se separa de mí.

—A menos que el pelos de anciano se te acerque —ruedo los ojos por sus palabras.

Lo miro con los ojos entrecerrados —Ya te dije que no lo llames así, grosero.

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora