Capítulo 76

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—Llévensela —ordeno Alarik y me tomo del antebrazo con fuerza pero no temí por lo que pudiera pasarme. Él ya estaba aquí—, cierren el edificio y pongan a dos guardias frente a cada maldita puerta.

—No vas a encerrarme de nuevo.

—Mírame hacerlo. —me contesto retador.

Forcejee con quienes me sostenían, Elizabeth y la Dra. Ren me esperaban mis espaldas listas para atravesar un portal de vuelta al martirio. Esta última con otra jeringa en las manos.

—Mírame liberarme Alarik, mírame vengar a mis hermanas —me arrastraban para cruzar el portal pero luchaba por no hacerlo— ¡Mira como me convierto yo en tu maldita cazadora!

Volteo a verme con rabia e intento acercarse pero vuelven a aullar haciéndolo maldecir. Hace una señal y me inyectan algo en el brazo. Cosa que me debilita al instante por lo que me veo obligada a atravesar el portal.

Desperté por los incesantes movimientos que me propinaban.

—Chiquilla...despierta —abrí los ojos poco a poco, acostumbrándome a la luz de la habitación.

Estaba en aquel lugar del que escape. Me reincorpore de inmediato e intento tomar mi mano pero retrocedí.

—No se acerque —advertí y ella detuvo su mano ahí en el aire.

—Escúchame chiquilla... —lucía desesperada y vigilaba la puerta de vez en vez.

Iba a negarme pero ni si quiera me dejo hablar —Te inyecte la cura, espera a que haga efecto y márchate de aquí apenas puedas.

¿Qué?

—¿Por qué confiaría en ti? —Reclame— Trabajas para el Sr. Hau...para Alarik —rectifique algo confundida, aun no comprendía quien era realmente.

—Descubrí este otro "mundo" lleno de otras especies superiores a la nuestra con habilidades dignas de ciencia ficción. La idea de alargar la vida humana se convirtió en algo muy cercano... Me uní al proyecto en busca de alargar la vida de los humanos, de mejorar a nuestra especie. Reclutamos humanos...

Mi cara era de horror absoluto —Los secuestraron... —puntualice.

—El proyecto Unión genero resultados positivos pero...—echo un vistazo a la puerta ignorando mis palabras— descubrí que el Señor A no quiere alargar la vida de los humanos...este proyecto es una vil farsa...

La puerta se abre abruptamente y la Dra. Ren me hace una seña rápida para que me acueste de nuevo.

Escucho la cortina que nos cubre correrse.

—Ren, dame avances. —escucho que habla autoritario.

—Despertara en un rato...

Escuche pasos acercarse a nosotras, mi pulso se aceleró — No mentirías Ren ¿Verdad?

—¿Por qué lo haría? —bromeo ella.

Escuche su risa y abruptamente me levanta de la camilla con fuerza tomándome por sorpresa, abro los ojos al instante, su tacto me repudia me niego a que me toquen las mismas manos con las que fue masacrada mi familia, intento liberarme pero su agarre se hace más firme sobre mí. Me lanza contra el suelo y mi cuerpo choca contra un armario de metal.

Ahogo un gemido de dolor por el impacto, la mano me tiembla cuando intento apoyarme, veo a la Dra. Ren con temor en el rostro, la toma del cuello de la bata y vi como desenvaino un objeto conocido y la atravesó con él para después tirarla al suelo cual basura.

—¿De dónde sacaste eso? ¿Y dónde está el Sr. Haugen?

—Siempre tan tonta —se acerca y me toma del mentón—Nunca hubo Sr. Haugen... —lo mire incrédula— o más bien nunca lo conociste.

¿Que?

—Porque yo lo asesine —la sangre se me hela—, cuando tú querido Alfa salió de la manada me encargué de secuestrar a su madre para que me diera la ubicación de la piedra luna.

Se acerca a mí con paso firme, siento que cada que acorta nuestra distancia se me dificulta más respirar. Me es imposible verlo sin que los recuerdos vengan a mi mente, tengo al verdugo de mi aquelarre frente a mí.

—Error, esa Luna no hablo. Ofreció su vida por su manada —se encoge de hombros restándole importancia— y la tomé. No viviría de todas formas, le administre tanto veneno O...

Recordé la foto de la habitación de Derek, una bella mujer lo sostenía en brazos. Nunca hablo sobre ella, supongo que recordar dolía.

—Cuando su padre vino —soltó una risa— no había nada que rescatar, todo lo que aquella loba fue una vez terminó aquí, en este lugar. Y si no te unes a mí —se acerca amenazantemente— terminarás igual.

Corro la cara cuando se coloca de cuclillas frente a mí pero me obliga a verlo.

—En cuando a esto —apunto la espada de ónix que colgaba de su cadera—, un obsequio de tu querida madre. Gracias a esta espada nació el veneno O...una maravilla ¿No lo crees?

No daba lugar a sus palabras ni a la estupidez desorbitante de mi madre. Todo esto se resumía en mi madre cometiendo error tras error pero siempre salvándose el culo a sí misma.

—Asesine a los padres de tu Alfa —se burla llamando mi atención, me levanta el mentón con el filo de la espada— y con la ayuda de tu querida madre suplante su lugar en la manada tomando su imagen. Todo para obtener esa maldita piedra, cuando tú alfa tomo el puesto mis planes empezaron a caer abajo pero cuando tú te fuiste...

Paseo la peligrosa hoja por mi mandíbula—Tuve la excusa perfecta para volver y estuve a punto de obtenerla después de tanto de no ser por esa maldita bruja.

—Asena...

Asintió por mis palabras y me soltó por fin. —La líder de ese patético grupo las hijas de la luna, ya me encargaré de ella después.

Sus palabras me pusieron alerta y mis ojos se pusieron felinos por un momento e intento volver a tocar mi rostro.

—No te metas con ella —le solté con rabia y sostuve su muñeca.

Cosa que no lo hizo titubear. —De verdad, no comprendo la capacidad que tienen ustedes por sentir tanta empatía. Los humanos son unos seres tan mediocres...

—No soy humana pero no desvalorizo a una especie por su capacidad de sentir —lo mire de arriba abajo— Reconoces su mediocridad pero olvidas que también eres uno de ellos —solté con veneno.

Golpeó el armario de metal justo al lado de mi rostro pero no obtuvo reacción de mi parte simplemente mantuve la mirada fija en sus ojos.

—Ya no soy uno de ellos —me recalco.

—Tampoco eres uno de nosotros, solo eres un cazador que vive años prestados por un pacto de sangre... —le solté con rabia— Hagas lo que hagas —sentí como las odiosas punzadas cesaban, la cura empezaba a hacer efecto.

Lo aleje de mi de una patada y por fin me puse de pie —Jamás dejarás de ser una maldita escoria y que te quede bien claro que seas el Sr. Haugen o Alarik de cualquier manera... —La rabia me corría por las venas.

Se puso de pie casi de inmediato e intento ir a por mí. Con mucho esfuerzo levante el armario haciendo uso de mi magia y se lo lance encima deteniéndolo — No intentes interrumpirme cuando hablo...

No deje de empujar el armario sobre él, quería asesinarlo de una vez por todas. La pared de concreto se agrieto y yo metí más presión deseando aplastar sus malditos pulmones para dejarlo sin respiración, hasta que atravesó la pared causando un aparatoso ruido.

Aproveche eso y me acerqué hasta la Dra. Ren. —Lo lamentó chiquilla... —había una herida en su abdomen que manchaba su pulcra bata, de su boca salía un hilo de sangre.

Coloque mi mano sobre su herida pero me detuvo y negó con la cabeza — Hice sufrir a mucha gente chiquilla...es mi turno de hacerlo. Es lo justo.

Tense la mandíbula por sus palabras, sus intenciones no eran malas pero sus métodos y aliados sí. 

Descanse, Dra. Ren. 

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora