Capítulo 57

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            Había estado paranoica toda la mañana, no dejaba de mirar por la ventana de la oficina de Derek, tenía la mente dando vueltas en mi sueño y el empezaba a sospechar.

—¿Todo bien? —me cuestiono Derek a mi espalda, solté un suspiro antes de responder.

—Si...—mi respuesta no logro convencerlo y se puso de pie, con su mano levantó mi mentón y me miro directamente a los ojos intentado descifrar la veracidad de mis palabras.

—Tu mirada no me dice lo mismo —beso mi frente dulcemente y mi corazón dio un vuelco—, deberíamos tomar un descanso. No hemos dormido muy bien...

Tenía razón, pero igualmente no dormíamos exactamente por qué el trabajo no nos lo permitiese si no por factores de otras índoles que para nada involucran trabajo.

Recargue mi cabeza en su pecho —Además desde la mañana estas...—lo pensó un poco deslizo su mano por mi cabello— distraída —acaricio mi mejilla y me recargue en su mano soltando un suspiro.

Me envolvió en sus fornidos brazos y me sentó sobre su regazo, lo abrace por el cuello aspirando su delicioso aroma, exhale deleitada; creo que beber ese té de rosa ardiente no fue del todo prudente, tenía sus ventajas me relaje en cuanto lo bebí...pero también tenía efectos secundarios.

Bese su cuello y soltó un suspiro —Hueles muy bien —mi nariz le hizo cosquillas, acaricie su cabello—, creo que voy a quedarme dormida...—solté un bostezo y me acomode sobre el restregándome apropósito—, eres muy cómodo y contigo nunca me da frio.

—Tenerte así me recuerda a cuando veníamos de regreso a casa de la manada del Sur...—sonreí por sus palabras, recordando ese momento.

Agradecí que no pudiera verme porque mis mejillas ardían, mordí mi labio concentrándome en recordar como estuvimos a punto de hacerlo aquella vez. Maldije el té de rosa ardiente y sus efectos secundarios, podía sentir la humedad entre mis piernas y estar encima suyo no me ayudaba. Con una mano me sujetaba la cintura y con la otra revisaba unos documentos, tome su mano y la lleve más abajo, no protesto ni un poco y me sujeto firme, continúe acariciando su cabello mientras besaba su cuello.

Escuchaba como suspiraba y eso me encantaba, me separe de él y vi cómo recargaba la cabeza en la silla disfrutando de mis cariños, abrió los ojos y se relamió los labios viéndome como a una presa.

—Debo terminar...—sus palabras tambaleaban; parecía tener una lucha interna, tenía muchas ganas pero no podía interferir en sus deberes.

Intente quedarme quieta, volví a abrazarlo por el cuello y su exquisito aroma me embriago, solté un gemido y moví mis caderas sobre el intentando acomodarme.

Cerré los ojos, y se me vino a la mente una imagen de Derek tomándome con dureza y posesividad sobre el escritorio, haciéndome gemir tan alto que todo el edificio líder se enterara de como complacía a su Luna. El deseo me dominaba el cuerpo entero de una manera abrumadora. Tome su mano y la quite de su lugar, lubrique su dedo índice y medio con mi boca mirándolo a los ojos llenos de picardía.

—¿Qué haces...? —bese sus labios callándolo y no protesto.

—Continua con tu trabajo —me mordí el labio y lleve su mano a mi entre pierna— ¿Si? —trago grueso y asintió como pudo.

Mi ropa le deba libre entrada por lo que tuve que limitarme a hacer un lado mi ropa interior —Joder...—mi humedad lo recibió, comenzó a mover su mano y echa la cabeza hacia atrás, era justo lo que necesitaba. Sus deliciosos movimientos erizaron cada vello de mi piel, con una mano toque su dureza por encima de la molesta tela de su pantalón mientras el continuaba complaciéndome.

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora