Capítulo 47

6.3K 570 42
                                    

            Mi respiración se vuelve errática y la ira me puede, han sido varias las ocasiones a lo largo de mi vida que he recurrido a los golpes pero siempre he creído que destruir el espíritu de alguien, corromperlo y hacerlo sentir minúsculo e insignificante es mil veces mejor.

Me retuerzo del agarre de Derek quien me sostuvo apenas vio que iba contra ella, los ojos se le iluminan a Regina cuando lo ve y eso me molesta más.

—¿Por qué lo hiciste Regina? —espero su respuesta pero no dice ni una palabra— Los familiares son intocables para una bruja —Derek me sujeta con fuerza y Regina se cruza de brazos, la miro afligida— Ellos son seres inocentes...

—Te lo había dicho ya —me recuerda con sorna y envalentonada, mi aflicción desaparece en un instante por sus palabras—, hare cualquier cosa.

—Suéltame Derek —me gana en fuerza y hace lo posible por no lastimarme con su agarre.

—Mi Luna no...

La ira me puede y no titubeo al usar el Encanto en Derek —Dije que me soltaras —mi voz sale de un tono más grave, su agarre se deshace y la cara de Regina palidece.

—Me tienes harta con tus estupideces Regina —el báculo que cayó al suelo cuando me abalance sobre ella va hacia mi mano y sonrió cuando lo tengo en mi poder. Avanzo en su dirección y cuando la tengo a pocos metros con la ayuda del báculo la obligo a comer polvo.

No pienso las cosas solo las hago, a este punto mi pensamiento racional se apaga y actuó por mero impulso. Pocas veces me dejo dominar y me vuelvo un envase de magia; pocas veces dejo de lado mi humanidad, pero con Regina la condescendencia sobra por mucho. Sonrió como desquiciada cuando la tengo a mis pies y casi podría jurar que mis ojos felinos le intimidan.

Se pone del pie al instante y en posición de ataque —¿Harás cualquier cosa? Quiero ver que lo intentes maldita novata. —me burlo de ella y la vuelvo a empujar al suelo con más fuerza.

Su magia elemental es tan débil que no me hace falta ni esquivar sus insípidos ataques, mis burlas la frustran y su desesperación me deleita —No debiste meterte conmigo Regina —recargo el báculo en mi hombro— pero tu peor error fue meterte con mi familiar, no puedes contra mi ¿Sabes por qué? —la veo titubear un poco pero no retrocede—, ¿Sabes acaso cuál es mi don? Mi don es El encanto ¿Sabes por qué es tan peligroso Regina? —niego con la cabeza divertida— Está claro que no sabes nada —avanzo en su dirección un poco más—, es peligroso porque intervengo con el libre albedrio de los demás —sonrío cuando levanta las cejas—, puedo ordenarte que desgarres tu garganta en este instante y lo harás porque yo lo digo.

—¡Eres una completa burla! ¡Eres débil y en tu estúpido intento de sentirte mejor que los demás te topaste conmigo! —continuo, se intenta acercar y tenso la mandíbula cuando intenta empujarme y no lo logra —Yo no practico magia elemental —levanto una ceja y encajo mi puño en su mandíbula derribándola otra vez—, que se te quede bien grabado Regina.

—Yo Christal Kyteler soy una bruja del caos —la tomo del cuello y la levanto del suelo— pero para ti seré lo peor que te pudo haber pasado —aplico más fuerza a su cuello e intenta que la suelte. Patética—, ¿¡Creíste que no habría consecuencias por hacerle eso a mí familiar!? ¿¡Acaso creíste que no haría nada al respecto!?

Me sonríe a pesar de todo —¿Y qué harás? ¿Vas a matarme?

Niego con la cabeza, le clavo las uñas en el cuello y su sonrisa desaparece —¿Acaso dije que podías hablar? —me clava las uñas en el brazo para que la suelta pero ni me inmuto— No seas tonta yo no asesino a personas como tú, no soy tan mala —sonrío y veo un atisbo de esperanza en sus ojos—, yo hago que vivan una vida de miseria.

La suelto y cae de bruces al suelo, me agacho y la tomo del mentón de manera brusca —Escucha bien mis palabras, a partir de hoy no podrás usar más magia...

—No, no, no —me dice y yo niego con la cabeza.

—No más hechizos, no más rituales, no más nada —me pongo de pie y se cubre los oídos—, serás incapaz de si quiera manifestar algo, tu magia estará ahí pero jamás podrás hacer uso de ella —recalco y hago que quite las manos de sus oídos para que escuche bien claro mis últimas palabras —porque esa es mi voluntad. —pongo mi índice en su frente dejando un sello, un sello que solo yo podría quitar.

Le levanto el mentón con el báculo —No seas patética y mírame a los ojos, ¿Fuiste muy valiente no? Me da pena que el gusto te durara tan poco pero ojala y te haya quedado claro porque podría pagarte con la misma moneda envenenándote para que mueras lentamente... —su cuervo se para en mi hombro— y no te preocupes que yo no daño familiares —me doy la vuelta y el cuervo vuela alejándose de mí, avanzo un par de pasos y doy media vuelta— Ah otra cosa, no te quiero ver cerca de Derek porque... Él es mío. pensé lo último.

—Solo no te acerques a el —sentencie.

Le doy la espalda y el escuchar sus sollozos me parece lo más agradable, voy con la mirada en alto y todos me observan atentamente. Aina, Rubí, Tyler, Isaac y Derek no se despegan de mí ni por un segundo. Los orbes ahora rojos de Derek me escudriñan atentamente.

—No te veía así desde hace mucho tiempo Christal —muevo mi cuello de un lado a otro escuchando las palabras de Rubí.

—Nadie lo ameritaba tanto como ella —frunzo el ceño y acaricio la cabeza de B—, se metió con quien no debía y pago las consecuencias.

Se forma un silencio incomodo camino a casa cuando Aina se separa de nosotros para ir a la suya.

—Ganaste la apuesta —habla por fin Isaac.

Lo miro —Así es ¿Sabes lo que eso significa?

Gruñe y yo niego con la cabeza —Pasaras tiempo de calidad con B Isaac —Rubí ríe por mis palabras.

—Déjame decirte que darle un baño es muy difícil —comenta Rubí.

—Y cansado también —le agrego.

Llegamos a casa por fin y todos van directamente a sus habitaciones no sin antes despedirnos con un adecuado buenas noches para proceder a dormir por lo menos un par de días seguidos.

Derek entra a la habitación y seguido de él lo hago yo, le doy la espalda cuando cierro la puerta y me aprisiona entre su cuerpo y la madera de la puerta.

—¿Así qué...—se acerca a mi oído y me toma de la cintura— soy tuyo? ¿Ah?  

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora