Capítulo 27

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Derek

Un café. Un café con ella me basto para que el dolor de cabeza me dejara en paz, estas dos semanas han estado muy jodidas, los pendientes de la manada están a tope y para colmo cada que regresaba a la manada tenia a Regina jodiendome con estupideces.

No podía esperar a que oscureciera para venir a verla todos los días era como un alivio para mí, un escape. Tan solo verla de lejos me era suficiente para sentirme tranquilo, y como no si ella era luz en su máximo esplendor. La calidez que ella me transmitía era de tal nivel que solo quería pasármela pegado a ella pero intentaba evitarlo y me contenía porque a pesar de todo podía notar que a ella no le agradaba del todo.

La media noche llego y mi luna quedo rendida en mis brazos, sonreí y le acaricie el pelo. La felicidad no me cabía dentro es una mujer increíble, nunca nadie me reto como hizo ella, parecía no tener miedo de nada y cautivaba a quien tuviera cerca. Lo hizo con Isaac, con Ty, con Enzo e incluso con la beta de la manada del sur quien se atrevió a intentar herirla. Ella no titubea ni flaquea ante nadie.

La tomo en brazos y guiado por su aroma voy a su habitación con su familiar siguiéndome, la deposite con cuidado en la cama y de forma apresurada su familiar se puso del otro lado. Maldito perro sarnoso.

—Quítate —lo empuje y me gruño en respuesta. —, maldito sarnoso.

Otro gruñido.

Fruncí el ceño —Yo voy a dormir a lado de mi luna, quítate.

Vi a mi luna incorporarse y nos vio a ambos con esos ojos felinos que solo transmiten una cosa, peligro.

—Tú ven para acá —señalo un lugar junto a ella y su familiar me echo una mirada antes de obedecer— Tú —me tomo de la mano— aquí, conmigo.

Halo con fuerza y cuando estuve junto a ella dio la vuelta y se recargo en mi pecho.

—Buenas noches —levanto la cabeza y me dio un beso en la comisura de los labios.

La abrace contra mi y bese su coronilla, demonios ella se estaba convirtiendo en mi fuente de serotonina y no sabía si esa idea me encantaba o me perjudicaba.

—Buenas noches mi luna

No recuerdo la última vez que solamente dormí con alguien que no sea Christal, nunca he sido de tener relaciones y a diferencia de los humanos nosotros somos más activos sexualmente, mas impulsivos y es por eso que solo con tu alma gemela cedes. Antes de conocerla a ella Regina y yo teníamos sexo casual, nada especial tampoco era exclusiva lo hacía con quien quería pero ahora la sola idea de hacerlo me causa repulsión y peor aún imaginarla a ella siendo tomada por otro me causa molestia, una molestia tremenda. Ella es mía, solo para mí.

(...)

Frunzo el ceño al sentir toda la luz del sol pegarme en la cara, palmeo el otro lado de la cama y toco algo peludo. Abro los ojos y su familiar me mira con molestia sin quitar mi mano lo empujo de la cama y cae al suelo.

—¿Qué fue ese sonido? —vi a mi Luna salir del baño con un cepillo en la mano y en ropa interior. Diosa que buenos días son estos.

Su mirada fue del suelo hacia mí y así varias veces.

—Ay mi vida —se agacho para acariciar a su familiar quien aún estaba tirado en el suelo—, ¿Qué te hizo el lobo bribón? ¿Te lastimo?

Rodé los ojos ese animal era un mimado sarnoso, solamente le gustaba recibir la atención de mi Luna.

—No le paso nada, te engaña para que le des atención —digo molesto y me ve sonriendo.

Camina hacia mí y trago grueso.

—Buenos días —se inclina para darme un beso en la mejilla y el camino de su pecho se remarca. Diosa, eso es lo que es esta mujer.

Muevo la cara y termina dándome un beso de lleno en los labios, escucho el sonido que hace el cepillo al caer al suelo y termina sentada en mi regazo profundizando el beso.

—Buenos días Luna —con una mano sujeto su cintura y con la otra le sujeto el culo.

—Eres un aprovechado —pega un brinquito sobre mi cuando le doy una nalgada.

Se muerde el labio cuando siente lo duro que estoy, sus ojos se vuelven felinos y mientras se restriega contra mi deja besos húmedos en mi cuello. Se separa de mí y me da un fugaz beso antes de ponerse de pie.

—Luna —mi tono de súplica me sorprende me pongo de pie tras ella cuando me da la espalda.

Su familiar aparece en la puerta con un plato en el hocico. Maldita sea, perro sarnoso.

—Anda a la cocina en un momento te daré de comer —suelta un gruñido antes de desaparecer de la entrada de la habitación —. Debo irme B esta hambriento.

Se pone ropa cómoda y abre las cortinas de la habitación dejando que entre de lleno el sol.

—Baja cuando estés listo y después podemos irnos.

—¿A dónde? —la veo desconcertado.

Se cruza de brazos —A la manada ¿O acaso dejaras que me quede en casa?

—¿Regresaras conmigo?

Asiente —Puse la casa en renta y una amiga que tuve hace años vendrá y vivirá aquí así que...

La abrazo lleno de felicidad, casi podía visualizar nuestro futuro juntos. Un sonido metálico nos hace separarnos volteamos y su familiar tiene su plato de comida en el suelo, maldito perro metiche.

—Ya voy, ya voy —mi Luna desaparece de la habitación.

Tenerla en la manada definitivamente era lo mejor que podía hacer, por su seguridad y la de su amiga. Mire por la ventana y solté un suspiro mi Luna mientras me sea posible cuidare de ti, es una promesa.

Observe un poco la decoración amaba las plantas eso era evidente, las había por doquier, velas e incienso también. En la cocina había algunas hierbas secándose y su patio estaba repleto de flores, y uno que otro árbol frutal, todo en ella gritaba una cosa. Magia. A pesar de convivir continuamente con Regina y su hermana nunca transmitieron lo que ella transmite, apenas se acerca puedes sentir su presencia imponente y cuando habla lo único que quieres hacer es escucharla parece que es capaz de contarte la historia del mundo o incluso hablar de un tema absurdo pero ella lo convertirá en algo increíble. Es que ella es magia, y eso me encantaba.

Fruncí el ceño al poner atención en uno de sus estantes, había dos frascos encima de este. Me acerque y los vi con atención uno tenía un líquido negro y se encontraba a ¼ de su capacidad y en el otro había una pluma negra de cuervo parecida al de...lo deje en su lugar de inmediato. No puede ser. 

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora