☽ Capítulo 12 ☾

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Pase las páginas del libro en un fallido intento de distraer mi mente. Perdí el tiempo leyendo y releyendo el mismo párrafo una y otra vez, no pude concentrarme.

Lo cerré de una resoplando y lo arroje a un lado de mí, las últimas horas las he pasado sentada en la sala de espera de este hospital, y el hecho de que Regina esté a mi lado gritándole a todo el personal no hace mejor la espera.

— ¡Exijo ver al Alfa! ¡Ahora mismo! —la recepcionista la ignoró y continuó con su trabajo.

Sus gritos me taladraban la cabeza, cerré los ojos con fuerza ignorando mis impulsos de hacerla dormir. Tallé mis cien con ambas manos.

—Parece que te estallara la cabeza —comentó Rubí llegando a mi lado.

Negué con la cabeza — El doctor salió hace poco nos dijo que en un rato lo darán de alta, sus heridas no fueron tan graves, pero está loca quiere verlo.

— ¿A quién le llamas loca? —Se volvió hacia mí— te recuerdo que el Alfa está así por tu maldita culpa —me reclamó con veneno.

Guardé silencio y tensé la mandíbula.

—No digas estupideces, bruja—una tercera voz se unió. Es Tyler— mientras ella arriesgaba el culo por los miembros de una manada que ni siquiera es suya ¿Tú que hacías?

Se calló y su silencio me es tan placentero. Me miró con odio antes de ir a sentarse lejos de nosotros.

Me puse de pie para ir con la recepcionista.

—Hola, me gustaría saber si ha ingresado alguna paciente con heridas de zarpazo —doy una descripción mínima, casi no recuerdo cómo lucía la mamá del pequeño.

—Es familiar —me preguntó y negué con la cabeza. —. Lo lamento, pero no le puedo dar información de la paciente.

—Entiendo, solo necesito saber cómo se encuentra. Su estado era...

Ella me sonrió —Tranquila señorita los lobos somos fuertes y las mujeres aún más —me guiñó un ojo. —así que todo estará bien. Ya lo verá.

Asentí no muy convencida, pero con toda la esperanza de que esté bien.

Me devolví a la sala de espera, Derek está recargado en el hombro de Tyler. Sentí un enorme alivio al verlo y me nacen unas tremendas ganas de abrazarlo, pero Regina llegó y se prendió de sus brazos quitándome esa idea de inmediato.

—El Alfa está bien, sus heridas fueron profundas, pero no graves para él, de haber sido otro miembro de la manada hubiera acabado en desgracia. Solo nuestro Alfa tiene la capacidad de resistir un zarpazo de esa magnitud —asentí pensando en la madre del pequeño, estará bien, espero— necesita descansar unos días en lo que sus heridas terminan de sanar.

—Gracias doctor.

Salí del hospital junto a Rubí, ni siquiera es medio día y ya han pasado muchas cosas. Llegamos a casa y suben a Derek directo a su habitación con Regina detrás de él. Esa bruja es un maldito pegoste.

—Luna —Sarah me llamó desde la cocina.

—Mandé —dije cuando llegué ahí.

No me dio tiempo de replicar, solo me sentó frente a la isla de la cocina y me dio un té.

—Usted está loca, bébaselo —me ordenó.

— ¿Qué dices? —Tomé la taza entre mis manos.

Limpió la superficie de la cocina con fuerza, está molesta

— ¿Usted se quiere morir? ¿Cómo se le ocurre hacerle frente a ese lobo enorme?

—Estoy bien...

—No, no, no ¿Y si le pasaba algo?

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora