Ella es mía (En edición)

Capítulo 77

Salí de aquella habitación, no quería pasar un maldito segundo más aquí. Mi ropa estaba manchada de sangre de la Dra. Ren. No había alma alguna por los pasillos, lo que me hacía pensar que muchos guardias habían sido requeridos para detener a Derek.

Recorrí varios pasillos para intentar encontrar la maldita salida pero este lugar era un laberinto. Camine por varios metros más hasta que la vi, abierta para mi suerte.

—Ay Luna —Elizabeth hizo acto de presencia—, me apena informar que...—jugueteo con una jeringa de veneno O en sus manos— no vas a poder salir de aquí.

Levante una ceja y la mire con burla —Intenta detenerme...

(...)

Nuestro encuentro no se había prolongado mucho, no esperaba que me encontrara en un mejor estado.

—¿Solo eres valiente cuando tienes el veneno cerca? —levante su cabeza tomándola por el cabello, su frente chorreaba sangre la había reventado en la puerta que me intento bloquear. —Permíteme ayudarte...

Tome una de las jeringas del suelo y arranque la capucha de la aguja con la boca. Se retorció en mi mano pero reforcé mi agarre.

—No, no, no —sus gritos eran desgarradores, su sufrimiento me deleito.

Clave la jeringa en su cuello sin cuidado que mejor que reventarle una vena con una mala aplicación, empuje el embolo de manera lenta para prolongar su agonía.

—¿Sabes cuantas dosis resistí? —Reí amargamente y me acerque a su oído— Mas de las que tú podrás contar ahora.

Abrió los ojos por mis palabras, había temor en ellos y rabia en los míos.

—¿Qué ocurre? Temes no resistir —me burle— Creí que tú a diferencia de tu aquelarre habías nacido para cosas grandes. Esperemos que el veneno O sea de tu talla. Buen provecho, bruja...

Una segunda jeringa fue suficiente para hacer que unas venas negras resaltaran en su piel. Lágrimas negras rodaron por sus mejillas.

Perdóname por mis actos Helena pero haría pagar a tu hija por el sufrimiento que me hizo pasar, haría que se arrepintiera por haber traicionado a mi manada, por engañarnos y por haber dañado a mi familia.

La sangre me hervía, la rabia salía por mis poros, haría pagar a aquellos que se atrevieron a lastimarme.

Obligué a Elizabeth a mirarme —No te atrevas a morir tan pronto...—enrede mis manos en su cabello y la arrastre junto a mí.

Guardias se atravesaron en mi camino intentando capturarme de nuevo, intentando apaciguarme con veneno O, ninguno de ellos vivió para contarlo o si quiera se acercó lo suficiente para tocarme. Por donde pasaba el Caos había muerte, había rencor, odio y venganza.

Ladee la cabeza al reconocer a dos figuras muy familiares cerca de un risco. Alarik daba órdenes a unos guardias. Avance en su dirección dando zancadas largas.

—¡Hey! —llame su atención, mi aspecto no era el más pulcro. Literalmente estaba bañada en sangre. Ambos levantaron la mirada y yo sonreí cuando a mi madre se le dibujo una cara de horror y a él una de rabia pura.

Tire del pelo de Elizabeth y con mi magia la levante del suelo, agonizaba pero no me importaba. —Saluda al aquelarre Blavatsky de mi parte —le sonreí cínica—, te les unirás muy pronto...ojala te reciban con los brazos abiertos.

Negó con la cabeza y comenzó a pedir piedad pero la calle asfixiándola con mi magia. No quería escucharla, ella no tuvo piedad conmigo y yo no sería condescendiente con ella.

Mis ojos estaban felinos y clavé mi mirada en la de Alarik dejándole claro que el sería el siguiente. No despegó su mirada de la mía; la mantuve en todo momento, incluso cuando hice que el cadáver de Elizabeth fuera atravesado por aquella rama del árbol que estaba frente a ellos, quedando encima suyo.

Su sangre los salpicó, la pulcra ropa blanca de Alarik dejó de estarlo. —¡Maldita bruja! —bramó el, paso el dorso de su mano por sus ojos y escupió sangre que le había entrado en la boca.

De mis labios escapó una risa estridente y siniestra, sabía que ellos me veían irreconocible, desatada e irreverente. Para su conveniencia el veneno O me mantuvo dócil y a su merced pero ya no más, ya no más docilidad ahora vendría la hostilidad, vendría...

...el caos, Mi maldito caos.

Las manos me cosquilleaban ansiosas, los aullidos me hacían compañía se me erizaba la piel cuando los oía. Anhelaba ya tenerlos frente a mí pero justo ahora mi atención la tenía Alarik.

A un metro de distancia intento abalanzarse sobre mí. Le detuve la mano cosa que lo hizo rabiar.

De mis manos emanaba un halo negro, similar a la neblina pero de color distinto. Desenvaino la espada de Onix cosa que me hizo moverme con cautela, una estocada de ese objeto y seria mi fin.

—De aquí no sales viva —me amenazo.

Ladee la cabeza —Entonces te arrastrare conmigo...

Lo empuje con magia derribándolo, soltó la espada y la lance a mis espaldas. Sin esa cosa, no había manera en la que me dañara. Lo levante en el aire y lo hice chocar con un tronco a metros de nosotros.

Me di la vuelta y choque mi mirada con la de mi madre, abrí la boca para decirle algo pero algo me hizo caer de rodillas. El corazón se me acelero cuando sentí un pelaje rozarme el brazo.

Las lágrimas me llenaron los ojos cuando lo vi frente a mí, B movía la cola feliz por verme. Se abalanzo sobre mí y chillo de felicidad. Lo abrace con fuerza llenando su pelaje de mis lágrimas.

—Te extrañe mucho B —sentí un nudo en la garganta.

Escuche pisadas acercarse, levante la mirada y vi a Alarik correr en nuestra dirección.

Lo detuve con mi magia, ahora mismo veía todos sus intentos de atacarme patéticos. Lo eleve a cierta distancia del suelo y con todo el odio que pude sentir empecé a asfixiarlo. El color de su rostro comenzaba a cambiar.

Luchaba por respirar —Deseabas mi Caos ¿No? —le solté con rabia— Espero que lo disfrutes cazador.

—Detente...—escuche la voz de mi madre a mis espaldas— Christal detente...—insistió.

Hice caso omiso y aumente la presión, no despegue mi mirada de la suya. Necesitaba ver su sufrimiento en máximo esplendor. Debía escuchar que suplicara por su insignificante vida, debía hacerlo sufrir de la misma manera en la que él hizo sufrir a miles de hermanas.

De pronto la respiración se me corto...

...me detuve abruptamente, el cuerpo de Alarik callo en seco al suelo.  

Imposible.