☽ Capítulo 1 ☾

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Despierto, con pereza abrí los parpados e inevitablemente un enorme bostezo salió de mi boca. Estiré mis brazos y sonreí al ver a mi mascota dormir en su cama. Alguna vez leí en algún lado que las mascotas son parecidas a sus dueños, y a pesar de que suena loco creo en eso pues Buster y yo somos tal para cual.

Me pongo de pie y voy directamente al baño intentando hacer el menor ruido posible, al salir ordené mi cama y corrí las cortinas permitiendo la entrada de luz natural y tras eso un gruñido de Buster sonó en la habitación.

—Es hora de levantarse bebe, no seas holgazán —dije y lo escuché gruñir otra vez.

—Sin gruñidos —advertí y salí de la habitación con el pisándome los talones.

Llegue a la cocina y bebi un café con prisa mientras le serví comida a Buster, camine por toda la casa regando todas y cada una de mis plantas, saque a Buster al patio lleno sus platos de comida y agua para que coma mientras no estoy. Subí a mi habitación a tomarme una ducha para ir al trabajo, me coloqué el distintivo uniforme de Great coffee y salí de casa no sin antes despedirme de Buster.

Caminé a mi trabajo, que está a 10 minutos de mi casa mientras que, con curiosidad, miré a todos los del vecindario, esperando algo nuevo cada mañana, pero como siempre todo era igual al día anterior.

—Muy buenos días, señorita Christina —saludó el Sr. Davis

—Buenos días Sr. Davis —negué con la cabeza y le devolví el saludo con una sonrisa. Desde que llegué aquí me llama Christina cuando en realidad es Christal. Así me bautizó él y así se quedó.

Aquí donde vivo todo es tranquilo, todos nos conocemos y es agradable, desde pequeña siempre desee vivir como lo hago ahora, en paz. Todo está rodeado de vegetación y aquí todos saben amarla, cuidarla y lo más importante respetarla.

Cuando crucé la puerta de cristal del establecimiento sonó una mini campana anunciando mi llegada, voy a mi casillero a guardar mi bolso y demás para después sacar un delantal. Vi la hora en el gran reloj con forma de hoja, 20 minutos para las 8:00 am, procuro llegar a esa hora siempre para poder limpiar un poco antes de que los clientes lleguen.

Escuché la campana de la puerta y vi a Rubí entrar.

—Hola Christal —saludó mi amiga, voltee a verla con una sonrisa. 

—Hola Rubí, ¿Cómo vas con esa gripe? —sorbió su nariz y dijo:

—Mal —negué con la cabeza.

—Te dije que tomaras ese té y no me hiciste caso —reclamé con molestia fingida.

—Si lo tomé —Contraatacó.

La vi alzando una ceja —No puedes mentirle a una bruja Rubí —le susurré.

—Lo sé, es por eso por lo que no puedes mentirme —me susurró.

—Lo sé

— ¿Por qué seguimos susurrando?

—No tengo ni la menor idea —sonreí para finalizar, ella negó con la cabeza y una sonrisa se le dibujo en el rostro también.

Rubí y yo somos especiales, pertenecemos a un antiguo linaje de brujas y somos de las pocas que quedan. Hace ya tiempo asesinaron a muchas de nuestras hermanas, personas inocentes acabadas por la ignorancia del ser humano adoctrinado. No guardamos rencor hacia su raza, pero ellos a la nuestra puede que sí; al menos un pequeño sector, pues aún en la actualidad los que saben de nuestra existencia nos cazan. No somos como ellos creen, no somos verdes, no tenemos una enorme nariz, ni verrugas en la cara, no volamos en escobas, no hacemos sacrificios ni mucho menos adoramos el mal...

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora