☽ Capítulo 3 ☾

16.1K 1.2K 30
                                    

Salí de la habitación volteando a todas partes ¿Dónde está Rubí? ¿Buster? Comencé a caminar sin rumbo por este laberinto llamado casa, me dirigí hacia un pasillo seguí caminando pase junto a una puerta la mire y continúe.

Negué con la cabeza y retrocedí; volví a mirar la puerta, lucia muy normal, pero por alguna razón no la pude pasar por alto. Tomé el picaporte entre mis manos y abrí la puerta, lo primero que noté fue que todo que era blanco, negro y gris, hacen falta plantas aquí e iluminación, entré a la habitación dirigiéndome a las puertas de lo que parecía un balcón y corrí las cortinas. La luz del día lleno la habitación y sonreí.

—Regina ¿Puedes cerrar las malditas cortinas? —brinqué del susto al escuchar esa voz.

Me dieron ganas de estrangularme, cuando me di cuenta de donde me encontraba. Volteé y lo vi acostado boca abajo sin camisa y con lo que parece ser una venda en el hombro o más bien lo que se alcanza a ver «¿Qué le habrá pasado?», pensé.

— ¿Qué dijiste?

Levanté la cabeza y la vi saliendo de lo que imagino que es el baño con una venda nueva. Maldita bruja.

—Tú —nos dijimos a la vez expresando con nuestro tono de voz el desagrado que nos causa vernos, solo de verle la cara me dan ganas de golpearla. Sus ojos se volvieron de un tono morado muy peculiar. Los míos no cambian de color solo aumentan su brillo y mi pupila se alarga como la de un felino, algo raro en una bruja, pero el punto no es ese.

— ¿Dónde carajo esta mi amiga y mi familiar?

—Me sorprende que despertaras tan rápido tomando en cuenta la energía que use al hechizarte, tenia pronosticada al menos un par de días más de inconsciencia —habló ignorando mi pregunta.

—A mí lo que me va a sorprender es que sigas hablando si no respondes mi maldita pregunta.

Ella me miró con enojo.

—Regina. —llamó el. 

— ¿Si, Alfa?

Al instante en que ella dejo de verme para verlo a él sus ojos dejaron de desprender esa rabia y por alguna razón eso me molesto más.

— ¿Puedes hacer lo que se supone que harías? —habló el medio brusco.

Ella asintió callada y se acercó a él para cambiarle la venda, cuando la quitó pude ver tremando zarpazo y una sonrisa se me dibujo en la cara.

Ambos voltearon a verme.

— ¿Qué es tan gracioso? —soltó la que ahora sé que se llama Regina.

Negué con la cabeza —Claramente eso lo hizo mi familiar y les puedo asegurar que solo él o yo podemos sanar ese zarpazo. Además, eso no luce nada bien. Me pregunto qué es lo que habrán hecho para que el hiciera algo así —puse mi mano en la barbilla pretendiendo pensar — Oh, ya se, secuestrar a mi hermana y a mí, su protegida.

— ¡Tu fastidioso familiar le hizo esto al Alfa tratando de protegerme porque despertó mientras lo trasladábamos aquí y apenas si pudimos contenerlo mi hermana y yo! Así que o curas al Alfa o...

Fruncí el ceño.

—Espera..., espera acaso ¿Me estas amenazando? No, así no van a ser las cosas, si no me dices donde están mi hermana y mi familiar no sano a tu queridísimo Alfa y ya está.

— ¡Es suficiente! —gritó el Alfa ambas volteamos a verlo. 

Rodé los ojos.

—Estamos a menos de un metro gritar sale sobrando ¿No crees? —lo miré con fastidio.

Solo escuché un gruñido de su parte.

—Iremos con tu amiga y tu...lo que sea, pero con una condición.

— ¿Condición? —arqueé la ceja incrédula— ¿Estas condicionándome?

Ignoró mis palabras y con un semblante determinante habló—Tendrás que curar mi herida y hacer otra cosa por mí que te diré después.

—Te crees que yo soy caridad o que...

Escuché un rugido y mi corazón dio un vuelco de felicidad. Buster. Me acerqué a las puertas del balcón las abrí y salté por encima del barandal. Con un movimiento de manos aterricé en el suelo de manera delicada, corrí en cuanto pude ni si quiera sabia hacia dónde, pero una parte de mi sentía seguridad al escuchar el alboroto cada vez más y más cerca.

Divisé como unos lobos intentaban atacarlo, pero él ni se inmutaba. Indomable. Una sonrisa apareció en mi rostro. Di unos pasos hacia al frente mis ojos se volvieron felinos y susurré:

Custodem meus

Sentí que todo pasó en cámara lenta, Buster volteó a verme y sus ojos brillaron, sus fuertes patas avanzaron hacia mí dirección, visto desde otro ángulo cualquiera pensaría que iba a atacarme, pero la verdad es que yo estaba contenta de por fin verlo y asegurarme de que estaba bien. Corrió levantando polvo hasta que se detuvo frente a mí.

Avancé hacia él y le di un abrazo.

—Me encontraste —recargué mi frente contra la suya—, bien hecho B.

—También te extrañe eh...

Escuché una voz y sentí un alivio tremendo. Me giré y Rubí me ofreció una sonrisa, se acercó a mí y nos unimos en un abrazo corto.

—Vayámonos de aquí. —ella asintió a mis palabras.

—Liberar a Buster fue toda una odisea había guardias apuntándolo con lanzas como si fuera una bestia. Pobrecillo.

Lo acarició.

— ¿Dónde estabas? Intenté buscarte, pero me metí en una habitación equivocada y...

—La verdad no tengo idea Storm vino a por mí, rompió el cristal de la habitación —me interrumpió.

Fuimos rodeadas por lobos, Buster gruñó y Storm se posó sobre su lomo, los lobos se hicieron a un lado dejando ver a Regina y a la que supongo que es su hermana junto al Alfa, que solo traía la venda en el hombro.

—Aquí vamos de nuevo...

Ella es mía (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora