Me levantó el vestido dejando al descubierto de mi cintura hacia abajo. Ladeó su cabeza y me observó casi idolatrándome.
Una sensación extraña se me instaló en el pecho, nuestras miradas se encontraron y le sonreí. Ese tipo de sonrisas involuntarias que salen cuando te llenas de júbilo.
— ¿Derek?
— ¿Si, mi luna? —escondió su cabeza en el hueco de mi cuello y repartió besos húmedos.
Te...
Contuve las palabras y no me atreví a continuar.
«¿Qué carajo planeaba decir?»
Se acercó a mi rostro y me besó. Casi al instante mi boca emanó un gemido y él sonrió de manera corta.
Mi respiración se volvió cada vez más irregular. Me levantó con una facilidad increíble y me depositó sobre el escritorio mientras se despojaba de su ropa a una velocidad increíble.
La mirada felina que le ofrecí, ansiosa por lo que venía, sangre caliente corriendo por mis venas y los mil escenarios en mi cabeza fueron la señal perfecta para él.
Como si leyera mis pensamientos, volvió a tomarme entre sus brazos, enredé mis piernas a su cintura al instante. Una nalgada me tomó por sorpresa provocando que suelte un quejido.
Me embistió con fuerza, casi con coraje tratando de dejar algo claro. Coloqué mis manos alrededor de su cuello apoyándome mientras él seguía, me sujetó el culo con tanta fuerza que sé que dejará marcas, pero en estos momentos no me importa.
— ¿Quién es el único que te puede complacer? ¿Ah? Intenté darle la contraria, pero no pude articular palabra.
Sonrió airoso y eso me causó molestia. Mi espalda chocó con un estante provocando que varios libros cayeran casi en nuestras cabezas, pero eso no detuvo sus movimientos.
— ¿Quién es tu dueño? —insistió, su voz me prende y me pone a tope.
No contesté y seguí disfrutando de lo que hacía hasta que salió de mí.
— ¿Qué mierda ha...? —me callé de golpe cuando rozó su miembro por mi entrada, tentándome.
Arqueé la espalda —Por favor...—pedí. Hundí mi cara en la curva de su cuello.
Pero él continuó con su tortura.
Tomé su mandíbula obligándolo a verme a los ojos — Atrévete a privarme de mi orgasmo y serás testigo de cómo alguien más me da tantos como yo deseé...
Se tensó y la nalgada que me dio me hizo soltar un jadeo.
—Yo soy tu dueño Luna, solo puedes gemir mi nombre, solo me puedes desear a mí —sus palabras me entran por un oído y me salen por otro. Lo único que quiero es tener un maldito orgasmo.
Conmigo en brazos se sentó sobre el sillón del despacho y su tortura continuo.
Ninguno parece querer dar su brazo a torcer, y es una guerra de provocaciones en insinuaciones sin fin que solo termina de ponerme más excitada que antes.
Sin previo aviso entró en mí de nuevo — ¿Crees que alguien más te haría sentir así?
Con sus manos alrededor de mi cintura guió los movimientos dejándome sin aire. Negué con la cabeza respondiendo a su pregunta y disfrutando de la deliciosa sensación de tenerlo dentro de mí de nuevo.
Me obligó a verlo. Fácilmente podría mirarlo por horas e ir deshebrando cuantos misterios ocultan sus ojos, cuántos secretos.
— ¿Eres mía? —su pregunta suena más a afirmación y sus embestidas se hacen cada vez más profundas.
ESTÁS LEYENDO
Ella es mía (En edición)
Hombres LoboUna historia con clichés debo admitir pero que seguro te hará sufrir. Una bruja llega a revolucionar una manada cambiando ideales, un alma gemela posesiva y un espíritu libre. 13/06/21 #1 en Brujas