Capítulo 32

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-¿Y no corrió por ti? ¿No corrió por la calle detrás de ti? -Jhon levanta sus cejas.

-No tenía por qué... -Yo sorbo por mi nariz y limpio las lágrimas con la manga de mi playera.

-¿Quieres dejar de tomarte todo como si no tuviera importancia, Meredith? No entiendo por qué Harry no te persiguió, no entiendo por qué no lucho para que te quedaras. Tú eras lo más importante en su vida... En realidad, eres lo único bueno que tenía.

Suspiro con pesadez y me levanto del sillón para caminar alrededor de la habitación. Jhon solo me sigue con la mirada, el está preocupado.

-No creo que sea buena idea seguir hablando de esto, me deprimo más. -Yo le digo y cubro mi rostro con ambas manos.

-Está bien, no quería incomodarte. -Él se levanta al igual que yo del sillón y camina hacia donde estoy.

Me toma de la cintura y me jala hacia él, envolviéndonos en un abrazo. Muevo mis manos a su espalda y lo abrazo más fuerte contra mí.

Nos quedamos así un rato, hasta que él se aleja un poco y me mira hacia abajo antes de decir:

-Me temo que debo irme a casa ya, es lo suficientemente tarde para que ande fuera con el coche de Kylie.

-¿Qué paso con tu camioneta que vi hace rato? -Yo artículo.

-La lleve a que le checaran el motor, desde la semana pasada anda rara. -El hace una mueca. Yo asiento.

El tener a Jhon enfrente de mí, tan cerca, me hace sentir "incomoda" no es la palabra, pero me hace sentir como si estuviera haciendo algo indebido. Jhon escanea mi rostro y hace una pausa en mis labios. Oh no, esto no está bien.

-Meredith. -El mueve la mano a mi rostro y peina un pequeño mechón de mi ahora corto pelo. -Hace cuatro años, no podía sacarte de mi cabeza...

No, no, no.

-Jhon... -Yo lo llamo.

Sus ojos color miel me observan con gran detenimiento antes de cerrarlos, negar con la cabeza y quitar sus brazos de mí alrededor.

-Lo sé, lo siento mucho, no tengo idea que estaba pensando -Él se ríe, toma su chaqueta y se mueve hacia la puerta.

-Jhon, no...

-No Meredith, estoy bien, enserio. -El murmura con brusquedad. ¿Qué diablos?

-Jhon, no te enojes. -Yo le pido y lo jalo un poco de la chaqueta.

-No estoy enojado. -El jala la chaqueta haciendo que yo la suelte.

-¿Enserio que no? Porque estas actuando como tal.

-¿Solo quieres dejarlo?

-No, no quiero, eres mi mejor amigo y no quiero que te enojes conmigo sin razón. -Yo explico.

-Y ahí está otra vez... Ese estúpido "Nickname" soy tu amigo Meredith, no tu "Mejor amigo"

-¿Por qué diablos dices eso? -Estoy empezando a molestarme.

-¡Porque siempre ha sido lo mismo durante casi trece años! -El grita.

-¡¿Y qué rayos quieres que haga Jhon?! Si quieres que te deje de llamar de esa manera, lo voy hacer, pero deja de comportarte de esa manera.

-¡Es que no es eso! -El grita con desesperación.

-Entonces no te entiendo Jhon. Me aleje de Harry para dejar las peleas y los gritos atrás. ¿Y qué pasa cuando llego aquí? Te encuentro a ti y esto es lo que pasa. Se supone que trato lo más posible de evitar las peleas y esto es lo que haces... -Yo murmuro fríamente y su cara automáticamente cae. -Es mejor que ya te vayas.

Me duele tratarlo así, pero no puedo hacer nada si es así como se va a portar conmigo.

-Meredith, no quise...

Levanto una mano para hacerlo callar, el suspira y se muerde el labio para no gritarme más. Me mira una última vez y titubea si salir de la habitación o pedirme perdón por sus cambios radicales de humor. Cruzo mis brazos sobre mi pecho y arqueo una ceja, esperando.

El al final me rueda los ojos y sale enojado de mi cuarto, yo gruño y cierro la puerta de un portazo antes de tirarme en la cama...

La semana se pasa de la forma más lenta posible. Sean nos lleva al gimnasio para ponernos en forma. Como Sean había prometido, toda las chicas de mi generación, nos reunimos como hace cuatro años, la mayoría ya somos mayores de edad, así que después de la práctica del domingo, todas nos escapamos a un pequeño bar que estaba en el centro de la cuidad. Yo no tomo en lo absoluto, no me gusta y la verdad no tengo experiencia en esto, así que me reservo a pedir una botella de agua.

-¿Qué paso Meredith? Pensaba que Harry te había enseñado a tomar. -Leila se burla, le regalo una sonrisa tímida y le doy otro sorbo a mi agua, tratando de que el ardor que siento en la boca del estómago, desaparezca.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora