Cuatro Horas.

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Cuatro horas.

Llevamos cuatro horas tratando de localizar a Harry Styles. Nadie da con él. Ya casi es media noche.

-¿Y si se quedó dando vueltas por la cuadra del restaurante? ¿Solo? –Chilla Taylor. Ruedo los ojos y respiro profundamente.

Ella no tiene ni la más mínima idea de lo que es preocuparse por Harry. Si yo fuera ella, no me hubiera regresado con los demás a el hotel donde nos estamos hospedando, me hubiera quedado en el local para buscarlo. Para ver por él, si está bien, si le paso algo, si esta herido o algo así. Aunque no puedo hablar de mas, yo debería de estar haciendo exactamente lo mismo, porque muy independientemente de que si lo quiero o no... Me pone los pelos de punta, el solo imaginarme a Harry perdiéndose, siendo atacado por alguien, tirado en la calle a su suerte, o... tomando. Un escalofrió corre hasta lo más profundo de mi columna vertebral.

Las luces azules y rojas de las torretas de los automóviles de la policía empiezan a crearme un insoportable dolor de cabeza con el paso del tiempo.

-Él sabe en qué hotel estamos Taylor, no creo que se haya quedado dando vueltas en la cuadra. –Le dice Zayn. –Aparte, la policía ya está haciendo su trabajo.

Kylie me mira y me hace señas para que vayamos fuera del vestíbulo del hotel.

Me paro y ambas nos dirigimos a la salida. Louis esta declarando a los policías las señas particulares de Harry. Como iba vestido, a qué hora fue la última vez que lo vimos, en donde...

Una vez fuera, el aire cargado de brisa de la lluvia, golpea nuestros cuerpos. El techo cubre la mayor parte de la banqueta, lo suficiente para que los botones pongan sobre esta, las maletas de las personas que bajan apresuradamente de los automóviles, con miradas curiosas hacia el par de policías en la entrada.

-¿Qué supones tu? –Mi amiga llama mi atención.

-Bar. –Me limito a decirle y a encogerme de hombros.

-¿De verdad crees eso? –Muerde el interior de su mejilla.

Quisiera poder darle otra respuesta, pero ya no conozco a Harry, ya no conozco al Harold de ahora. Ya no sé cómo reacciona, ya no sé si llora por las noches por que ha tenido un mal día. Ya no sé si sigue comiendo los mismos dulces de antes que a él tanto le gustaban. Ya no tengo idea si aún se moja los pies con agua fría, en la regadera antes de ir a dormir. No sé si aún tiene a Ever en su casa. La perrita que me regalo cuando cumplí diecisiete. Ya me aislé de todas esas cosas.

-No lo sé Kylie... Puedes esperar todo hablando de Harry. Solo ruego al cielo que este bien. –Frunzo mis labios y me abrazo a mí misma.

-No creo que sea tan estúpido para meterse a beber descontroladamente en un bar, Meredith. –Me dice y una parte de mi quiere creerle. Pero no puedo. Ya no.

Muevo una de mis manos hacia mi boca, de ahí, empiezo con las uñas.

Una mano cálida se posa sobre mi hombro y aprieta suavemente.

-Las uñas no... -Liam me regaña y aleja de mi boca, mi mano.

-Son nervios. –Le digo y le dedico una pequeña sonrisa triste.

-Ya va a aparecer, tranquila. –Sus brazos fuertes me envuelven y posa su mentón en mi coronilla, de forma paternal. Su mano acaricia mi brazo de arriba abajo.

Me quedo así con él unos cuantos minutos, hasta que Louis se acerca a nosotros.

-Ya esta, le están dando rondas alrededor de la manzana donde lo vimos por última vez, ahora solo es cuestión de esperar. –La mano de Louis toca mi espalda, es casi como me lo dijera a mí.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora