Todo se acomoda donde debe de estar.

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En absoluto silencio, Harry y yo hicimos nuestro recorrido hasta aquí, hasta éste enorme parque a solo unas cuadras del hotel.

Esta es una de las cosas por las que adoro esta ciudad. Todo lleno de vegetación, todo lleno de árboles y todo tipo de flores; adornando casi cada centímetro de los parques.

Miro de reojo a Harry que está tamborileando alguna canción con sus largos dedos; sobre sus piernas.

Ninguno de los dos ha dicho nada desde que nos sentamos en esta banca. Pensé que el iba a ser el primero, pensé que me iba a hacer alguna pregunta sobre lo ocurrido con Jhon. Pero para mi alivio aún no habla.

-¿Dónde estuviste todo este tiempo que te perdimos la pista? -Le digo. Tomándolo por sorpresa.

Mido su reacción y espero a su respuesta. Harry frunce el ceño y parece que realmente piensa lo que va a decir.

-Mmm... -Empieza. -Dandole vueltas a este parque. -Dice y me mira a los ojos. Y enseguida noto un atisbo de duda. Y se que me está mintiendo.

-Eso es raro. -Le digo no convencida.

-¿Por qué lo dices? -Arquea una ceja y se ríe.

-Por que los policías estuvieron dando vueltas por aquí, y juraron no haberte visto. -Le explico.

Harry me quita los ojos de encima y ve hacia un punto. Sigo la dirección de su mirada y me sorprendo cuando, a lo lejos, un par de torres de una iglesia se elevan en lo alto.

Entonces lo sé.

-¿Todo el tiempo estuviste en esa iglesia? -Le digo incrédula. Harry en automático se pone rojo y mira al piso, apenado.

-Pensé que sería patético que yo lo dijera en voz alta. -Dice aún mirando el piso.

-¿Por qué patético, Harry? -Tomo una de sus manos entre las mías. -No pretendo ponerme muy católica, pero; es lo mejor que puedes hacer cuando tienes algún problema.

Sus ojos me miran confundidos.

-Pero fue muy hipócrita de mi parte entrar así como así. ¿Cómo pienso pedirle algo a alguien; a quien antes no le he dado nada a cambio? -Se encoge de hombros y vuelve a mirar al piso. -Jamás he ido a misa, no recuerdo la última vez que me confesé, o la última vez que hice algo bueno por alguien. Pero no sabía que más hacer, o a donde más ir, era el único lugar abierto que me cubría de la lluvia, y parecía muy acogedor y tranquilo.

Al escuchar a este niño perdido, mi corazón se aprieta en mi pecho, y eso hace que me acerque aún más a el. Así que me deslizo sobre la banca y lo abrazo así, incómodamente.

-Lo único que hice fue sentarme a aclarar mi mierda. Perdón, mis tonterías. Y al final terminé contándole sobre mis planes, sobre mis deseos, mis miedos, y sobre todo... le hable de ti. ¿Me vas a creer que terminé orando? -Me dice riéndose.

Río junto con el y me imagino todo lo que me describe; el sentado en las últimas bancas de la iglesia, con sus brazos cruzados sobre su pecho, sus ojos cerrados, su pelo completamente mojado, junto con su ropa, y su perfecto ceño fruncido por la concentración.

-¿Te sentiste mejor después de haber hablado con el? -Muevo mi mano a su cabello y peino uno de sus rizos detrás de su oreja.

-Extrañamente si. -Me mira a los ojos. Y después baja a mis labios. -La iglesia estaba completamente sola, pero cuando empecé a soltarme... Sentí como si alguien pudiera oírme. Lo cual encontré un poco reconfortante. Ya que de verdad necesitaba que alguien me escuchara. Y no básicamente me dio un consejo. El hablar en voz alta y escucharme a mí mismo, me hizo encontrar las respuestas a todas las preguntas que tenía... ¿Qué quiero en realidad? ¿Cómo estoy conmigo mismo y con los demás? ¿Realmente soy una mala persona? ¿Todas las cosas malas que hago, las hago a propósito?. Y cuando llegué a las preguntas pesadas, que, absolutamente todas, eran sobre ti... No dude en ningún momento que todas las respuestas eran absolutamente si.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora