Sólo quiero tocar tu rostro.

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Para cuando Meredith sale del baño, con unos shorts deportivos y una blusa blanca lisa; y con el cabello peinado en un chongo. Yo ya casi me estoy durmiendo.

-No puedes dormir aquí. -Dulcemente me dice y me toca el hombro.

-Aún falta mucho para que me vaya a la cama. Solo quería venir a ver cómo estabas. -Miento.

Aunque en parte sí vengo a ver cómo está. Vengo a distraerla, para que no le de muchas vueltas a los sucesos.

-Es muy lindo detalle de tu parte. -Me sonríe y extiende su toalla sobre la silla.

Se sienta en la orilla de la cama y se deja caer a mi lado.

-Te repito que no puedes dormir aquí, Harry. -Me dice y yo grupo antes de darme la vuelta boca abajo.

-Ya cállate. No me voy a dormir. -Le aseguro y me acomodo sobre un costado para verla mejor.

-Está bien. -Le da una última mirada al techo y cierra los ojos.

Y así podría quedarme toda la vida, simplemente contemplándola como respira.

Canción para esta parte: Bazzi -Sober
Me muevo sobre la cama y me acerco más a ella. Meredith frunce el ceño, abre los ojos y me voltea a ver. Y cuando se da cuenta que estamos demasiado cerca, sus ojos se agrandan y se trata de alejar. Pero yo la detengo.

-No pienso hacer nada, que tu no quieras que haga. Solo quiero tocar tu rostro. -Le digo y ella traga fuertemente. Su pecho sube y baja, sube y baja a una velocidad constante.

Nos quedamos así, mirándonos el uno al otro. Hasta que, con la mano con la que no me estoy apoyando, la acerco a ella y le pido permiso para tocarla. Lo piensa por lo que parecen miles de años, debatiendo internamente sus pros y sus contras. Con miedo, finalmente asiente.

Estiro mi mano y peino un mechón detrás de su oreja. Ella cierra los ojos al contacto. Con mi dedo índice, peino ambas cejas dándole su forma habitual. Y ella inconscientemente sonríe. Paso el dedo lentamente por su pómulo hasta la comisura de sus labios, y éstos involuntariamente se contraen hacia arriba. No muy seguro de lo que hago, muevo mi dedo sobre su labio inferior, dibujándolo. Ella se tensa, pero no abre los ojos. Así que sigo con mi recorrido. Acaricio el labio inferior como el superior lentamente, y ella suspira cuando llego a su mandíbula.

Tan perfecta.

Retiro mi mano y me tiro sobre mi espalda, para acostarme junto a ella. Pero me sorprendo totalmente, cuando ella me toma de la mano y la dirige a su cuello, aún con los ojos cerrados.

Quiere que siga.

Debato internamente si es correcto seguir en lo que me quedé. Pero las partes razonables de mi cabeza; me gritan que no lo haga. Y mi cuerpo me pide otra cosa. Así que no lo pienso mucho y me vuelvo a incorporar sobre mi hombro.

Con la punta de mi uña, repaso el contorno de su cuello y ella se estremece. Dios, está hipersensible hoy.

La adrenalina se cuela a mi cuerpo y se arraiga en mi entrepierna.

Me quedo jugando en su cuello un buen rato, hasta que ella abre los ojos y me da una mirada exasperada.

-¿Ahora que? -Me río. Y ella me rueda los ojos.

Gruñe y trata de incorporarse, pero de un jalón rápido la tumbo nuevamente en la cama y me pongo a horcajadas sobre ella. Meredith me mira impresionada hacia arriba por mi habilidad y yo me río.

Me acomodo mejor sobre mis piernas para así no ponerle todo mi peso encima. Y muevo ambas manos a su cuello. Bajo un poco con ambas manos, su blusa de la parte de la clavícula y ella me mira cautelosamente.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora