Esa no es mi madre, Harry.

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-¿Puedo hacerle una pregunta? -Le digo con miedo a equivocarme.

-Las que gustes. -Ella me dice amablemente.

-Esta bien. -Suspiro. -¿De casualidad, usted tiene una hija?

-Si. -Se ríe. – Aunque no tenemos mucho parecido físico. Ella es alta y bella. Tiene un color caribeño muy bonito. Y creo que en lo único que nos parecemos son en los ojos. -Ella se burla. Y yo me tomo el tiempo para mirar realmente sus ojos. Son tan exóticos como los de... Destiny.

Tengo miedo de hacer otra pregunta, y no por el hecho de que su hija sea posiblemente Destiny. Si no por qué Destiny me dejó muy en claro que su madre jugó con la mía, en la selección.

Y entonces hay dos posibles salidas a esto. O mi madre me ha ocultado su vida pasada, todo este tiempo. O simplemente se está confundiendo de persona.

Angustia se refleja en mi cara por mi, aún no dicha, primera declaración. Así que Harry opta por entrelazar nuestros dedos y apretar nuevamente. Tranquila.

Titubeo antes de soltar la pregunta.

-¿Tu hija se llama Destiny? -Le pregunto con miedo.

-Así es. ¿La conoces? -Me mira confundida. Y yo siento como un balde de agua fría, cae sobre mí.

¿Qué demonios?

-Mmm si... juego con ella en la selección. -Mi voz sale en un susurro.

-¿Si? ¿Me puedes volver a repetir tu nombre? -Me pide.

-Meredith. Meredith Grace. -Le digo.

-Grace. -Prueba mi nombre en sus labios. -Entonces tú eres esa chica de la que Destiny no puede dejar de hablar. -Ella me dice y me ruborizo.

¿Qué?

-¿Por qué lo dice? -Y ahora es Harry, quien habla bruscamente.

-¡Oh! No me mal interpretes, hijo. A lo que yo me refería, era que ella piensa que tu novia es muy buena en lo que hace. Es muy buena jugadora. -Se disculpa apenada. -No les quería dar a entender otras cosas. Me disculpo por ello.

-Ah... -Simplemente dice Harry y juro que escucho alivio en su voz.

Sonrío vagamente ante la idea lésbica que se puede estar formando en la cabeza de Harry.

El mismo camarero que tomó nuestro pedido, se acerca con una bandeja llena de comida y una jarra llena de algún líquido rojo. Y sólo hasta que lo tengo frente a mi, le sonrío. Agua de jamaica.

Los platillos se extienden en la mesa de forma que quedan justamente en medio. Nadie hace ademán de tocarlo. Así que Harry dice:

-Si no empezamos, se van a enfriar. Y dudo que sepan igual. -El dice después de un tiempo y es el primero en estirar el brazo para agarrar una tostada.

Caroline asiente y estira la mano con pena, para tomar un taco.

-Sin pena chingao. -Harry le dice y yo lo miro con la boca abierta.

Dejando absolutamente todo de lado, pego una gran carcajada ante sus palabras.

-¿Qué dijiste? -Le pregunto, limpiándome las lagrimas de la risa que me acaba de provocar.

El se ríe con el bocado de su tostada, aún en la boca.

Caroline nos mira confundida.

Y se entiende, por qué Harry acaba de usar su vocablo limitado en español, que le he venido enseñando durante los últimos años.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora