El extraño peso.

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Siento mi cuerpo pesado, todas mis extremidades me duelen. Y la cama debajo mío está demasiado cómoda para si quiera abrir los ojos.

Me remuevo hacia mi costado y poco a poco abro los ojos con gran pesadez, y una vez que los tengo bien abiertos, un chillido se escapa de mis labios al ver el gran ramo de rosas rojas que tengo frente.

Es un canasto enorme con un sinfín de rosas rojas, todas acomodadas de una forma precisa y perfecta. Un listón azul metálico las rodea de la parte del tallo, manteniéndolas a todas unidas. El aroma inunda la habitación y sin necesidad de levantarme a oler, ya sé que son maravillosas.

-Buenos días, enamorada. –Me dice Kylie con tristeza en su voz, mientras sale del baño con una toalla alrededor del cabello.

Diablos, lo que ha de pensar de mí y sobre su hermano.

Mierda, mierda, mierda.

-Kylie yo... –Me incorporo en la cama y la evaluó con la mirada.

-No es necesario que me digas nada a mí. Yo llevo años pasando por lo mismo contigo. –Se encoge de hombros y me sonríe débilmente. –No sientas que me debes una explicación a mí por lo de Harry...

-Es lo menos que puedo hacer. –Me miro las manos que se entrelazan nerviosamente en mis piernas.

Kylie no dice nada y se retira nuevamente al baño.

Kylie no por favor. Por favor.

Salgo de la cama y me arrodillo ante las maravillosas e imponentes rosas. Maldición, son muy bonitas.

Un pedazo de papel se asoma en uno de los costados de las rosas. Una tarjeta.

La tomo con dedos temblorosos y la abro.

Es la fina letra manuscrita de Harry:

Quise encontrar las rosas que más se acercaran a tu belleza, pero para mí des fortuna, no hay ni una que te iguale.

Piénsalo, por favor.

Siempre tuyo.

HARRY Xx.

Mi corazón empieza a correr a mil por hora, el calor sube hasta mis mejillas y un escalofrió me recorre hasta el más mínimo rincón. Me siento como una adolescente enamorada, otra vez.

***

Bajo las escaleras directamente hacia el lobby, y al primero que me encuentro es a Louis, que va en pantuflas hacia el restaurant del hotel.

-¡Lou! –Le grito y le salto encima. Él se tensa momentáneamente para después relajarse.

-Me vas a matar de un susto, niña. –Me riñe y me abraza.

-Ni siquiera estas tan viejo. –Le ruedo los ojos con diversión.

-Hmmm... -Se agarra el mentón y me evalúa de pies a cabeza. –Al parecer alguien se ha levantado con toda la actitud esta mañana. –Me dice y yo me rio de la forma más estúpida y más boba. Fuchi.

-Lo dice quien trae unas pantuflas de los Simpsons. –Le suelto y empiezo a caminar apresuradamente dentro del restaurant.

Grace 1, Louis 0.

Una vez dentro escaneo el lugar en busca de una mata de cabello rizado, y al no encontrarlo, la decepción me golpea y me doy media vuelta para subir nuevamente a mi habitación.

-¿A dónde crees que vas sin haberme dado mis buenos días? –La voz me recorre hasta el punto más hondo de mí ser.

Me giro y me encuentro con unos espectaculares ojos verde olivo.

Eighteen H. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora