Capítulo 77: Los Griegos

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— ¡Papá! — en cuanto me acerqué a la puerta de mis aposentos, Zambak se lanzó a mis brazos con lágrimas en los ojos.

— Querida, ¿Ocurre algo? — dejé un tierno besó en su cabellera.

— Osmán está enfermo, Aysel lo ha llevado con la doctora — escuchar a mi hija preocupada por mi nieto, me partía el corazón.

— ¿Cómo está? — al fin alzó la mirada.

— No lo sé, mi madre dice que no es nada grave porque la fiebre no es muy alta y no está necio, pero yo estoy muy asustada; papá, es la primera vez que Osmán enferma, no soportaría si le ocurre algo.

— Mi niña, ven. — la invité a pasar conmigo — Tu madre ha parido 6 hijos y crió a 7, ella sabe lo que dice por experiencia propia, por ahora relájate, que, en caso de que Cacao estuviera enfermo, de nada le serviría que agotes tus energías por la preocupación.

— Pero...

— Pero nada, Osmán está bien y no es más que una simple fiebre; mejor vé y mira la lluvia cómo lo hacías cuando eras pequeña.

— ¿Irías conmigo? — dijo secando sus lágrimas con un pañuelo bordado.

— Vamos.

Sé que en la mayoría de los aspectos no he sido un padre ejemplar, quizá hasta parecería que rechazó a mis otros hijos, sin embargo me siento orgulloso de decir que no he sido un padre tan ausente. Jamás me he cerrado a escuchar los problemas que tienen, sin embargo Hakim y Jalila jamás pudieron acercarse a mi, tal parece que con la muerte de su hermana ahora él lo hace, pero duele que eso tuviera que pasar para que lo hiciera.

— ¿Puedo saber en qué piensa? — me preguntó cuando llegamos al límite del techo de los jardínes.

— En que quizá la lluvia acabe con los cultivos — tuve que improvisar.

— No puede mentirme, — sonrió — padre, hay ciertos aspectos en los que te pareces mucho a Aslihan y éste es uno de ellos; para mí eres como un libro abierto, sé que lo que te angustia es un motivo familiar.

— Es Osmán — volví a mentir.

— Tampoco es eso, acabas de decir que no es nada serio — suspiré hondo.

— Quizá no he sido el mejor padre para ustedes, sobretodo para Hakim, Jalila y Berat.

— ¿Bromeas? Padre, haz estado en los momentos correctos para cada uno de nosotros, lo recuerdo perfectamente: las tardes de los viernes eran para los hijos de Turhan, las mañanas de los sábados para Berat, las tardes del mismo para nosotros y los miércoles, sí el consejo terminaba temprano, lo cual era casi siempre, la pasábamos todos contigo; si eso no es ser un buen padre, entonces no sé que es, porque no cualquier hombre puede hacerse cargo del bienestar de miles de personas, conquistar y ganar batallas y a pesar de todo eso, encontrar tiempo para sus hijos y su esposa, es solo que de nosotros dependía aprovecharlos.

— Debí haber cuidado mejor de Arpaslan, Jalila y Neylan — la voz se me quebró sin querer.

— Sabes que el tema es delicado y lo mejor es no recordarlo, en su lugar guarda los momentos felices que tuviste a su lado.

*****

— La sultana Turhan desea entrar.

— Dile que no tengo tiempo — las puertas fueron abiertas de golpe.

— ¡Si tienes tiempo! — exclamó plantandose frente a mi; yo me pusé en pie.

— Queremos estar a solas — en cuanto la criada salió, Turhan empezó a hablar.

Amable:Una sultana escondida |COMPLETA/CORRECCIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora