Dolor, traición, venganza, rencor, deshonra y muy poco amor son el pan de cada día en el palacio de Topkapi ¿Qué darías tu por amor? ¿Eres capaz de renunciar a lo valioso? ¿O simplemente te resignas a perder lo que amas? ¿Realmente el amor soporta t...
- ¡Adelante! - me encontraba a punto de irme a dormir pero los sonidos llamando a la puerta me lo impidieron. - Mi sultán - el agha parecía demasiado agitado - vengo del Palacio de Mármol, la sultana Kerem ha empeorado. - ¡¿Cómo está?! - ella también había sido contagiada de viruela y debido a su mala salud su condición era peor a la de Gülbahar. - La médica no da muchas esperanzas... Quiere que se preparen para lo peor - sentía como mi rostro perdía el color ante la posible perdida de mi hermana. - Puedes retirarte... Ah, pídele al hasodabaçy que aliste mi caballo para ir a verla - asintió y caminando de reversa para no darme la espalda al salir de mis aposentos.
Con un nudo en mi garganta tomé la ropa que minutos atrás me había quitado para volver a colocarmela.
No quería hacer mucho escándalo, no quería que otros se alarmaran con ello, menos Turhan y Halime, ya que nuestros hijos también están delicados por está enfermedad.
Lo más rápido que pude salí de mis aposentos no sin antes toparme a Esmeray que probablemente venía a conocer su castigo.
- Escúchame bien mujer - me acerqué a ella y con voz amenazadora continúe hablando - si sucede lo peor está noche difícilmente tendrás la compasión que te habías ganado por ser la madre de mi hijo - ella solo guardo silencio.
Estaba completamente seguro de que mis palabras habían tenido el efecto que quería, asustarla, hacer que tuviera miedo de perder su vida, así como yo ahora tenía miedo de perder la de mi hermana.
Mi caballo corría a todo galope lo más rápido que podía, el pobre animal seguramente estaría muy cansado. En ese momento odiaba incluso la más pequeña piedra que se interponía en mi camino.
Al entrar y ver a las mujeres que cuidaban las puertas subiendo su velo para cubrir su cabeza entendí todo... Había llegado demasiado tarde.
Para mí sorpresa abrieron las puertas de su habitación dejándome verla por última vez; a su lado estaba Onur, su marido y compañero de vida, tomando su mano que probablemente aún era cálida; lágrimas resbalaban por su rostro y las mías comenzaban a amenazar con salir y dejar ver mi dolor.
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- Sultana tengo noticias muy importantes - al ver el rostro de Nazú solo podía imaginar lo peor. - Dime que ha pasado - comenté a la vez que me ponía de pie con la esperanza de no necesitar un apoyo cuando escuchará aquellas palabras. - Realmente es una noticia que llena de tristeza al imperio - mi angustia crecía al tiempo que la demora se hacía más larga. - ¡Habla ya, maldita sea! - La sultana Kerem ha tomado el camino para encontrarse con Allah.
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Dentro de mi pecho sentí una gran confusión al enterarme de ello. Mi angustia disminuyó al saber que nada malo había pasado con mi primogénito; por otro lado la tristeza me invadió al saber que Kerem, la sultana bondadosa y de corazón noble, había dado su último respiro dejado este mundo sin su sonrisa.