Capítulo 72: "Que se hunda su reinado"

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- ¿Papá? ¿Papi? ¿Do.. dónde estás? - preguntaba Kasim de manera torpe, observando por toda la habitación.

- Mi niño - dijo una adormilada María - ¿Quieres a tu papi? - el pequeño asintió, señalando el lugar donde se suponía debería estar Zülfikar.

María miró en la dirección que señalaba el niño y al percatarse de la ausencia del hombre, una gran presión se instaló en su estómago, como si una enorme roca hubiera sido colocada ahí.

- Tranquilo, primero debemos vestirte y debes comer algo, no queremos que las muchachas del harén te miren recién despierto, ¿Verdad? - Kasim fue de acuerdo.

María lo había comenzado a bañar, mientras otras criadas le preparaban la ropa para cuando estuviera limpió. En cuanto el niño estuvo aseado, al igual que ella, el desayuno les fue puesto a la mesa y de forma impaciente Kasim acabó todo su platillo. Maria no podía retrasar más esto, en caso de que sus temores fueran reales ¿Qué podría hacer? ¿Cómo le explicaría a un niño de 3 años, que conoció hacia una semana, que su padre había muerto?

- ¡Ya terminé, vamos con mi padre! - gritaba entusiasmado.

- Si... Vamos.

El niño y la rubia salieron tomados de la mano, como si de verdad fueran madre e hijo; caminaron por los pasillos esperando ver al hombre, pero no había nada.

- Tal vez está en la biblioteca, a papá le gusta la biblioteca, a la abuela le gusta la biblioteca - la muchacha no pudo evitar sonreír ante su inocencia.

- ¿La abuela?

- ¡Si! La esposa del abuelo y mamá de mi papá y los tíos.

- ¿Dónde está ella? ¿Por qué no la conozco? - esperanzada preguntó María, desconciendo que fue a la primera que echaron de ahí. Ambos seguían su camino a dónde había dicho Kasim.

- Papá dijo que había tenido que salir, tuvo que ir de viaje al igual que mi mamá y la mamá de Akile, extraño a mi hermana - su ánimo decayó un poco.

- Pero van a volver, - intentó reconfortar poniéndose a su altura - y seguro te traerán un regalo, anda vamos a seguir buscando a tu papá.

Como era de esperarse ni en la biblioteca, en los pabellones, en los jardínes, ni en ningún lugar podían encontrar a Zülfikar, pero no sólo a él, María había descubierto que a Berat le gustaba caminar por el palacio y continuamente se encontraba con él, pero en ésta ocasión, ni él aparecía.

A lo lejos María, al borde de las lágrimas con un niño desesperado, alcanzó a ver a Dilrruba, que era a la única que reconocía entre tantas mujeres.

- Ven, - cargó a Kasim para avanzar más rápido - ¡Dilrruba! ¡Señorita Dilrruba! - la antes mencionada giró su rostro con una mueca de disgusto.

- ¡Por Allah! No grites, te vas a meter en problemas.

- Lo siento, ¿Sabes dónde está el sehzade Zülfikar? El principito quiere verlo y no lo encontramos por ninguna parte.

- Oh Allah - suspiró con tristeza - ¿Cómo no te diste cuenta? Ésta mañana... - trataba de encontrar las palabras para darse a entender, pero sin que el niño se entere - salió junto a los caballeros de negro, también llevaban al sehzade Aslihan, no han vuelto.

- ¿Papá hizo amigos negros? - preguntó lleno de inocencia.

De alguna forma, como si de toda la vida hubiera conocido a Zülfikar, un enorme dolor se instaló en el pecho de María y las lágrimas ya no pudieron contenerse.

- ¿Por qué lloras? Ya no llores porque te ves fea y el mounstrito te va a llevar en la noche.

- ¿Por qué lloras? Ya no llores porque te ves fea y el mounstrito te va a llevar en la noche

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Amable:Una sultana escondida |COMPLETA/CORRECCIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora