Mi angustia y nerviosismo crecía conforme veía alejándose los 3 caballos, por mi cerebro no dejaban de pasar imágenes devastadoras, que en caso de volverse realidad solo me traerían dolor. En mi mente las flechas y espadas atravesaban los cuerpos de mis hijos, sus extremidades eran separadas del resto de ellos y lagunas de sangre se creaban a su alrededor.
- No se preocupe sultana, los sehzades tienen un entrenamiento inigualable - una voz me sacó de mis pensamientos.
- Es la primera vez que Aslihan estará en el campo de batalla - yo continuaba observando al frente.
- Parece que no lo ha visto manejar una espada, puede cortar las manzanas en el aire.
- No es lo mismo una manzana sin defen... ¿Usted quien es? - la interrogante salió a mi mente en cuanto noté que aquella voz no me era familiar.
- Mucho gusto - revenrenció con 90° - soy HamzaAgha, su guardia personal.
- No te necesito, puedes retirarte.
- Me temo que es imposible, el sultán me ha pedido que me convierta en su sombra, de lo contrario cortará mi cabeza de la misma manera que el sehzade lo hace con la fruta y estoy seguro de que ni usted, ni yo queremos eso - estaba claro que Mehmed lo había entrenado a la perfección para que no pudiera alejarlo de mi.
- ¿Me vas a dejar respirar?
- Claro, si usted deja de hacerlo podría correr más peligro que si no me convierto en su sombra - era claro que sabía a qué me refería quizá quería que mi tensión bajara.
- Bien, desde ahora harás lo que yo te diga - sonrió complacido.No me había percatado que las muchachas y Yussuf ya se habían retirado, yo debería hacer lo mismo. Regresé a los aposentos dónde me estaba alojando para seguir con lo que tenía planeado.
- Madre, ¿Podemos hablar?
- Claro cariño, ¿Ocurre algo? - le pregunté al ver su rostro.
- Tu... ¿Fuiste obligada al momento de estar mi padre? - su pregunta me resultó extraña - Ya sabes, al momento de tener intimidad.
- Ah, eso, no ¿Por qué la pregunta?
- Tengo curiosidad - soy madre y por ello tengo un sentido extra que me indicaba que mi hija estaba pensando en algo - creí que las mujeres eran obligadas a estar con su majestad.
- Es de esperarse, digamos que corrí con suerte - bebí un poco de sharbat.
- ¿Podrías contarme la historia?
- ¿Toda? - sería largo si se refería a toda.
- Preferiría que la parte íntima, ¿Cómo te sentiste?
- En sentido físico no te voy a mentir, fue doloroso, sentí que me clavaban una daga a cada lado de mis caderas y las revolvían sin descansar hasta lograr llegar a lo más profundo de mi.
- ¿No disfrutaste? - sus cejas casi se unieron con su expresión.
- Claro que lo hice, recuerdo que sentí algo desgarrarse dentro de mi pero poco a poco ese sentimiento fue desapareciendo llenándome de una sensación desconocida pero que no quería que llegara a su fin porque la disfrutaba.
- ¿Y después? Me refiero al día siguiente.
- Bueno; era algo extraño caminar a la mañana siguiente, nada del otro mundo, pero ¿Por qué tantas preguntas sobre mi primera intimidad con tu padre?
- He estado pensando en entregarme a Bahadir
- Pero hija...
- No madre, me casé con él para obtener beneficios y no me atrevo a pedirle nada sin antes haberlo hecho - desvió su mirada.
- ¿Acaso te está presionando?
- No, el ha sido todo un caballero conmigo
- En ese caso es absurdo que lo hagas, el conoce la situación y te debe lealtad.
- Así es, pero no me puedes negar que la mayor arma que tienes contra el sultán es la seducción.
ESTÁS LEYENDO
Amable:Una sultana escondida |COMPLETA/CORRECCIÓN|
Ficción históricaDolor, traición, venganza, rencor, deshonra y muy poco amor son el pan de cada día en el palacio de Topkapi ¿Qué darías tu por amor? ¿Eres capaz de renunciar a lo valioso? ¿O simplemente te resignas a perder lo que amas? ¿Realmente el amor soporta t...