– ¿Cómo hiciste para salir sin que nadie te viera? – pregunté cuando íbamos de regreso al Palacio. No respondió – ¿Fue tu padre?
– No te molestes, yo fui quien insistió en venir con él. ¿Estás enojada?
– Cuando seas madre comprenderás lo que siento, ahora estoy aliviada de que estés sana y salva. – tras un largo silencio me atreví a preguntar – ¿Cómo los convenciste?
– Dialogando; – sé que se quería burlar – son personas que saben escuchar y entienden todas las posibles soluciones.
– Entonces, ¿Cuál era la razón de todo el problema?
– Se sabe que el embajador griego vino a implorar ayuda a su majestad para ayudarlos pero mencionaron a la sultana Kösem – ¡Uy malo! Su majestad siempre ha odiado a esa mujer – y mi padre se molestó negando la ayuda, pero a fin de cuentas si envió comida, dinero y telas, solo que a Grecia las cosas no llegaron en nombre del sultán, cuando todos se recuperaron quisieron venganza. – me encontraba muy sorprendida por lo que Aysel había logrado – Fuí mediadora entre mi padre y uno de los hombres influyentes de Grecia y al final llegaron a un acuerdo – aunque me sentía orgullosa, no podía permitirle que ésto se vuelva a repetir.
– Si, si, muy bonito y todo lo que tú quieras, pero no te atrevas a hacerlo de nuevo – al llegar a Palacio, Aysel se fue directo a sus aposentos.
– ¿Cómo está todo? – me preguntó Turhan en cuanto me vio.
– Sin duda hay varios afectados, pero no tanto como esperaba que hubiera.
– ¿Crees que puedo ser de ayuda? Apoyarte con algo para tus refugios – después de pensarlo por un momento supe en que podía ayudar.
– Quizá la comida no sea suficiente, podrías comprar en los mercados grandes cantidades y donarlos a tu nombre – sonrió, ¡Turhan me sonrió de forma sincera!.
– Sabes que cuentas con mi apoyo, si te soy honesta, creí que me dirías que no querías mi ayuda y podrías con todo tu sola.
– Gracias – fue todo lo que pude decir.
– Sultana Halime, – me llamó DemirAgha después de reverenciar – su majestad solicita su presencia en los aposentos.
– Ya voy.
Me quité el abrigo, velo y ese vestido; a pesar de ser sultana, siempre buscaba tener primero mi propia comodidad. En camisón, bata de seda y el cabello trenzado para dormir me presenté ante el sultán.
– M... Mi señor – estuve a punto de llamarlo por su nombre, pero me regracte en cuanto miré a Aysel de pie junto a su padre me retracte; ante el mundo uso sus títulos, pero cuando estamos en privado me olvidó de ellos.
– Halime, Aysel quiere hablar contigo – malo, su mandíbula se encontraba tensa y sus ojos no brillaban como solía hacerlo cada que veía a una de sus hijas.
– ¿Qué pasa?
En la mañana siguiente
– Hatice – corrí a abrazarla cuando apareció en su estancia, lugar donde le estaba esperando.
– Tranquila, ¿Qué pasa?
– Aysel se va a casar, el sultán le dijo que la recompensará por terminar con la batalla de los griegos, jamás pensó en qué le pediría casarse con un simple agha que sirve a Zülfikar y que resulta ha mantenido una relación secreta con ella por algunos meses, aún así el sultán autorizó la boda y no es que me preocupe por la posición del muchacho, lo que me asusta es que es una oportunidad menos para asegurar la vida de mis hijos – acabé sin aliento al decir todo tan rápido.
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Amable:Una sultana escondida |COMPLETA/CORRECCIÓN|
Ficción históricaDolor, traición, venganza, rencor, deshonra y muy poco amor son el pan de cada día en el palacio de Topkapi ¿Qué darías tu por amor? ¿Eres capaz de renunciar a lo valioso? ¿O simplemente te resignas a perder lo que amas? ¿Realmente el amor soporta t...