Capítulo 9

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Aun nos encontramos en el auto de camino a la casa de esa niñita del demonio, aun la tengo sentada encima de mi regazo mientras que yo la sigo besando como si no hubiera un mañana, sus labios se mueven en sincronía con los míos y nuestras lenguas ...

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Aun nos encontramos en el auto de camino a la casa de esa niñita del demonio, aun la tengo sentada encima de mi regazo mientras que yo la sigo besando como si no hubiera un mañana, sus labios se mueven en sincronía con los míos y nuestras lenguas juegan entre sí, manteniendo un pelea incesante por demostrar quien tiene el control. Este es un buen beso, esta niñita endemoniada besa como un demonio quemando todo a su paso.

Después de unos minutos de la lucha constante de nuestras lenguas, tenemos la obligación de separarnos por falta de aire, nos quedamos en silencio y ella vuelve a colocar su rostro en el hueco de mi cuello. Estoy inmóvil ¿Qué demonios acabo de hacer? ¿Por qué he perdido el control de esta manera con una mujer que ni conozco? Y lo peor de todo esto que la tengo encima de mí, quiero seguir besándola, quiero tocarla, pero no lo haré, no lo voy a hacer, ¿Quién se ha creído esta niñita del demonio para seducirme? ¿Hará esto con todos los hombres?

Es algo que no te importa - grita mi consciencia.

Salgo de mis cavilaciones cuando ella habla, aun con su rostro aun en mi cuello.

— ¿Me puede llevar a casa, por favor?

Suelto un suspiro lento y poso una de mis manos en su cintura y paso la otra a su cabeza para acariciar su pelo, no sé por que demonios hago eso.

— Te llevaré a casa, — respondo sin más.

Doy las indicaciones a mi chofer de donde debe dirigirse después de que ella lo dijera arrastrando las palabras debido a su estado de embriaguez. En poco tiempo, Thomas, quien no se atrevía a mirar por el retrovisor, habla:

— Señor Sandoval, hemos llegado al perímetro de donde vive la señorita.

Me quedo pensando en que hacer con esta niñita a esta hora de la madrugada, puesto que esta ebria y creo que no se puede sostener por sí misma. Pienso un momento lo que voy a hacer y después hablo:

— Thomas, ayuda a la chica a subir, yo puedo esperar aquí. — La verdad es que no quería perder los pocos sentidos que me quedaban con esta mujer. — Ve tranquilo.

— Con mucho respeto, señor, sabe que tengo un inconveniente en mi pierna, estoy en tratamiento y para como está la señorita en su estado de embriaguez, se puede caer y lastimarse, señor. - Suelto un suspiro cansado, no recordaba ese detalle. — Usted sabe que si pudiera, lo haría, joven.

— Yo pueeedooo ir sola, solo estoy un poco mareadaaa, puedo caminar, — habla la mujer que nos acompaña tratando de abrir la puerta por donde no es, la miro y giro los ojos al ver que intenta abrir la puerta por donde está de control de los cristales del auto. — ¿Dónde demonios está la cosa para abrir esto?

Aprieto mis labios para no reír.

¿Tú, reír? Eso es nuevo. — Habla mi conciencia con ironía.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora