Capítulo 46 "Mi adorado tormento"

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Hoy decidí no pasar por la oficina, llamé y arreglé unos pendientes desde casa, no tenía ganas de salir y llamé al idiota de mi amigo para que viniera hasta acá, ahora mismo nos encontramos en mi garaje, en donde están todos los vehículos que me p...

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Hoy decidí no pasar por la oficina, llamé y arreglé unos pendientes desde casa, no tenía ganas de salir y llamé al idiota de mi amigo para que viniera hasta acá, ahora mismo nos encontramos en mi garaje, en donde están todos los vehículos que me pertenecen incluyendo a la belleza del lugar, mi moto.

— No sé para qué te ensucias las manos — habla Cristian con desaprobación, — hay personas para eso, Marcelo.

Habla de la moto, estoy checando y viendo que todo este bien, estoy sentado en el piso, con un pantalón corto y una franela, él, es decir, Cristian, está a mi lado en una silla con sus piernas estiradas y cruzadas.

Marceliniii Sandoval, en el piso, ensuciando sus delicadas manos...

¿Qué quieres decir con eso?

Nada, Marceliniii, solo que el que esta leyendo esto no te veía en esta faceta posesiva con una moto.

No quiero que nadie toque a la nena del garaje.

Si, ya lo sabemos.

— No quiero que nadie toque a la belleza del garaje al menos que no sea Ulices.

Veo como gira los ojos y yo sonrío.

— Hay otras personas que pueden hacer lo mismo, son igual de competentes que Ulices, Marcelo, solo tienes decir a Thomas que te traiga a alguien.

— No, dije que no, a la belleza no la toca nadie, al menos que no sea Ulices y este no puede.

Ulices es el mecánico de mi moto, no confío en nadie más.

—Eres tan cerrado cuando se trata de esa moto, — habla con indiferencia — eres millonario, podrías comprar una agencia completa de estas.

No solo eres cerrado con esa moto, Marceliniii...

Hay alguien que esta haciendo de mi un hombre un tanto posesivo y no me gusta.

Pues te aguantas...

— Si, lo tengo claro, pero esta — señalo a la nena del lugar, aplicando la estrategia de indiferencia a mi consciencia, — la obtuve cuando no manejaba ni un peso, fue fruto de mi trabajo.

— De eso hace tantos años, — habla Cristián con ironía, — debes cambiarla, hombre.

— Dije que no.

— Ya, ya esta bien, — suelta este dándose por vencido levantando sus manos en señal de rendición, — debes estar preparado para la próxima semana iremos de excursión en las motos, será divertido, tenemos mucho que no lo hacemos.

— La belleza estará lista, solo son chequeos de rutina, ya sabes.

La moto tiene alrededor de diez años conmigo, es un modelo viejo, pero la he acondicionado como una nueva, tiene las mejores piezas, ha decir verdad, esta mejor que una del año. Recuerdo que cuando la obtuve, no manejaba ni un centavo y trabajando con mi padre, fui ahorrando para comprarla.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora