☆°••●Capítulo 84●••°☆

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Marcelo, miraba a Manuel quien agonizaba en el piso.

—¿Quién fue? — Preguntó, Manuel, con dificultad, mientras una cantidad de sangre salía de su boca.

Marcelo, miró detrás de él y se sorprendió bastante al ver aquella figura.

—Te dije que me pagarías lo que le hiciste — gruñó, aquella persona, mientras se acercaba a él.

A Manuel se le cristalizaron los ojos.

—¿Tú? — Preguntó con dificultad.

—Nunca debiste meterte con los míos, Manuel. Te lo advertí.

—Siempre te cuidé — reclamó, con cansancio.

Diego, tragó saliva.

—No lo hiciste y ambos lo sabemos.

—¿Todo fue por ella? ¿Por Keily?

Diego, frunció el ceño.

—Vi la grabación de como la golpeaste en el despacho, fuiste un cobarde. Por más que te advertí, no me hiciste caso.

Marcelo, solo escuchaba la conversación, aunque no se sentía muy bien, había perdido demasiada sangre.

— Ella fue la culpable de la muerte de mi abuela y la desgracia de mi familia — dijo, con dificultad.

—Ella solo fue una víctima de Danilo y de todos ustedes —habló, Diego con coraje.

Todo estaba fuera de control.

—¿Asi que eso es lo que piensas de tu familia, Dieguito? — Preguntó, Danilo, llegando al lugar, también tenia un arma.

Diego y Marcelo, miraron en su dirección.

—Nunca estuve de acuerdo con su forma de actuar — le hizo saber, el pelinegro.

—Pero si tu también participaste en todo esto, incluso, llegaste a amenazar a la panterita por teléfono — replicó, indignado.

Diego, sonrió.

—Me pediste una prueba de lealtad y te la di, además, de que tomé todo a la ligera, solo quería asustarla para que se alejara de Marcelo, pero con el tiempo me di cuenta de que por más que hiciera, no podía luchar contra lo que ellos sentían.

—Eso quiere decir que...

—Me mantuve cerca porque quería saber tus movimientos y porque mi madre estaba involucrada, solo eso. Quería salvarla, alejarla de toda esta mierda, pero me fue imposible.

—¿Es decir que yo nunca te importé, sobrino? — Preguntó, aquel hombre, enojado.

—Lo siento, tío, pero nunca lo hiciste. Nunca me importaste.

Dicho esto, el hombre, frunció el ceño totalmente, se había enojado tanto con Diego, que no dudó en disparar su arma logrando impactarlo.

—¡No! — gritó, Marcelo malherido, al tiempo que veía a su hermano caer en el piso —. ¡Diego, no!

Gritó con dificultad, con dolor...

Marcelo, trato de acercarse a su hermano, pero sus heridas le estaban pasando factura.

Danilo, logró herir a Diego en su estómago y este estaba perdiendo mucha sangre. Marcelo, llegó hasta él y ayudó a hacer presión en su herida.

—No puedes morir — le dijo, el rubio.

Diego, sonrió adolorido.

—No finjas que te preocupas por mi — dijo bajo, como si le faltara el aire.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora