≪•◦ ❈. Capítulo 70. ❈ ◦•≫

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Grises

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Grises...

Así eran los días que transcurrían, todo me estaba saliendo mal, no sé qué pasó, pero todo estaba patas arriba.

La constructora comenzará un proceso de transición dentro de unos meses y eso ha sido un golpe bajo que no esperaba. Esta empresa ha sido mi vida y refugio durante estos casi siete años, sin contar con los años que trabajé al lado de mi padre, hombro a hombro para sacarla a flote.

Me ha costado tanto levantarla y posicionarla en donde se encuentra ahora, en el primer lugar.

Todo era caos en este momento y, por si fuera poco, me comporté como un imbécil con la única persona que no tenía culpa en todo esto, la única persona que me ha brindado su apoyo incondicional y vengo yo a dañarla y eso si me ha devastado.

Duele.

Era justo lo que no quería y fue lo primero que hice. Lastimarla.

Negros...

Así eran los días desde que Keily, se marchó. Fui a buscarla en más de una ocasión, pero fue inútil, no quiere verme.

Y con justa razón...

Todo estaba mal, de pronto, mi mundo se puso al revés en cuanto a la constructora, True Style y mi relación con Keily.

Solté un gruñido exasperado, sintiéndome impotente ante tal situación. De todo lo que está pasando, el no tenerla es lo que más me duele y me desespera el hecho de que no quiera hablar conmigo.

—Ingeniero — llamó, Lucy, mi atención al momento de entrar por las puertas de la oficina —. La junta programada con los socios de la Constructora sigue en pie para hoy a las cinco.

Di un asentimiento.

—Gracias, Lucy.

—En otro orden, el señor Diego esta fuera y quiere verlo — informó mi asistente.

Me puse de pie y miré hacia el exterior a través de la gran ventana, me relajaba la vista a distancia.

— Déjalo pasar, por favor.

Ella dio un asentimiento y salió de la oficina. Unos minutos después, Diego traspasa las puertas de este lugar, no lo miré, pero sentí como se sentaba en mi puesto, el cual será suyo dentro de unos meses.

—Se siente bien estar de este lado — soltó haciendo que lo mire —. Tienes muchos años trabajado cómodamente, hermanito.

Respiré profundo.

—¿Qué es lo que se te ofrece, Diego.

Sonrió.

— Solo vine a ver como van mis negocios en la empresa, ya sabes, como dentro de unos meses me toca manejarla.

Apreté la mandíbula.

—Todo marcha bien, en su momento te daré mi rendición de cuentas, no te preocupes.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora