≪•◦ ❈. Capítulo 59 .❈ ◦•≫

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Despues de salir de la constructora Sandoval, Marcelo y yo, vinimos a su casa, dijo que necesitaba hacer unas  cosas y me pidió que lo acompañara

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Despues de salir de la constructora Sandoval, Marcelo y yo, vinimos a su casa, dijo que necesitaba hacer unas  cosas y me pidió que lo acompañara. Solo unos minutos bastaron para llegar y, a lo que el rubio, se da un baño y se cambia de ropa, me quedo en la cocina platicando con Martina y Thomas, en verdad son muy amables conmigo, son adorables. Los tres estamos sentados en la cocina, tomando café, el mio con mucha leche, por cierto.

—Entonces se van solos por un fin de semana — soltó Martina, con picardía.

Mi cara enrójese.

— Al parecer estás quedando sorda, Mati — ataca Thomas con una sonrisita —. Ha dicho tres veces, que van ocho personas con ellos.

—Sí, Marcelo, nos invitó a todos a pasar un fin de semana en la playa — aclaro.

— Vaya, cuatro chicos para cuatro chicas ¿cuál es el tuyo? — la vergüenza surca mi rostro, su sonrisa pícara se acrecienta al máximo, esta jugando conmigo.

— ¡Por Dios, Martina! — grité alarmada — no lo mires de esa manera, no es lo que estás pensando...

— No sé ni para qué pregunté cual es el tuyo si se nota a leguas... — dice ella ida en sus pensamientos.

Thomas suelta un suspiro cansado al tiempo que toma su café.

— Cuando se pone intensa, ni te escucha, no pierdas tu tiempo.

—¿Siempre es así? — Pregunté con la cara como un tomate.

— Cuando se trata de su niño adorado, si — respondió él.

—¿Cuándo es que vienen? — Preguntó Martina y le brindo una sonrisa.

— Mañana, supongo. El lunes todos tenemos trabajo — hablo tranquilamente.

Ella me da un asentimiento.

— Quiero que vengas a comer con nosotros el lunes o martes ¿Qué te parece? — propone ella con una sonrisa gigante.

Frunzo mi ceño extrañada, pero no en mal plan.

— ¿A comer? — Preguntamos Thomas y yo al unísono.

— Si, a comer — determinó — sólo que si no es inconveniente, lo haremos aquí en la cocina, tú y yo.

Me extraña su petición, pero no me desagrada.

— No tengo inconveniente con eso, Martina.

Ella sonríe.

— En ese tú y yo, no quepo yo ¿Verdad? — dijo Thomas con cansancio.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora