≪•◦ ❈. Capítulo 67. ❈ ◦•≫

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Estábamos mirando los avances de la construcción de lo que será la Sede de la revista LEGACY FERRER,  aquí en Mérida, los trabajos estaban casi culminados

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Estábamos mirando los avances de la construcción de lo que será la Sede de la revista LEGACY FERRER,  aquí en Mérida, los trabajos estaban casi culminados.

—Ya pronto entregaremos esta obra — habló, Cris a mi lado.

Ambos estabamos con nuestros respectivos cascos y equipo de protección.

— Si, creo que en unos dias estará listo.

—Entonces, Keily y Elena comenzaran con los diseños — dijo el castaño, verificando todo.

Sonreí pensando en ella.

—Creo que han estado hablando con Bianca para ponerse de acuerdo sobre cómo quieren la decoración de interiores.

—Te brillan los ojos de solo hablar de ella — soltó, mirándome con una sonrisa —. Te ves feliz.

Sonreí de boca cerrada, mientras supervisaba el área.

—Admito que tener a Keily, esperándome en casa me hace feliz, Cris — expresé, sintiéndome un hombre pleno como hacia tiempo no me sentía —. Mi casa ahora se siente completa, es... es increíble como es ella y sus ocurrencias... es la mujer más fascinante que he conocido en mi vida.

— ¡Demonios! — dijo, mirándome —. Si vieras tu cara.

Sonreí.

—Me hace sentir de todo — dije.

—Me da tanto gusto, ella es muy buena para ti — dijo, sonriendo —. Confieso que la llegada de Mónica, me asustó bastante.

Dejé de sonreír poco a poco.

—No veo porqué —dije, mirándolo seriamente —. Ella salió de mí vida hace muchos años.

—Pero aquel día que la viste en el restaurante, te vi Marcelo, te afecto verla.

—No de la manera que crees — dije, honestamente —. Solo recordé todo lo que pasó hace tanto tiempo, sabes que fue una etapa bastante difícil, no estoy interesado en ella.

— La foto en el periódico dejó entre dicho que ustedes tenían algo.

—Si, — suspiré —. Tuve que hablarle a Keily sobre eso, no quiero que ella piense que estoy con ella y otras más. Eso jamás me lo perdonaría.

—¿Ya le dijiste que la amas? — Preguntó y sentí mi cuerpo entero tensarse.

Él sabe lo que me cuesta decir esas palabras.

—No, no — dije, dudoso —. Pero creo que no faltará mucho para decírselo, Cris.

El castaño, sonrió.

—¿Cuándo te vas a animar a darle eso que tienes escondido en tu maletín hace tantos meses? — lo miré rápidamente, tragué saliva —. Porque no me vas a decir que eso no es para ella.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora