Cristian
Han pasado varios días desde el secuestro perpetuado a Marcelo y Keily, vaya susto que me di, ver a mi amigo y el que sé que es el mayor de su tormento en la actualidad, ser atacados por unos delincuentes sin uno poder hacer nada en el momento, no es una situación fácil, sin embargo, siempre he confiado en las habilidades de mi amigo tanto en defensa física como en las mentales, es un hombre bien preparado.
Lo único que tiene el muy cabrón es que es muy terco y se cierra fácil en cuanto a sentimientos, sé que no le teme a nada salvo a él mismo y lo que pueda sentir.
Aunque eso está por cambiar, él no lo ve, pero yo si, porque para algunas cosas es muy hábil, pero para otras es muy torpe, sin embargo, aquí estoy yo, Cristian Serrano, para ayudarlo ¿Quién si no soy yo? Claro con un poco de ayuda.
Marcelo, al no entender la tormenta que lleva dentro a todo le llama curiosidad...
Al recordar como sucedieron las cosas ese día en el estacionamiento, no puedo evitar sentirme mal y tragar grueso. Todo estaba fríamente calculado, sabíamos que los delincuentes actuarían, pero pensamos que atacarian cuando Marcelo estuviera solo, no contamos que lo harían habiendo personas a su alrededor.
Lo subestimamos...
Elena y yo saliamos del café platicando sobre los bocetos que le había pedido y como nos la habíamos ingeniado para juntarnos ahí. De pronto, todo comenzó a desarrollarse en cámara lenta, Elena, quien mira hacia el frente se queda petrificada con la escena, yo miro hacia donde ella lo hacía y senti que la sangre corria a toda velocidad por mis venas al ver a mi amigo en peligro y las cosas se complicaron cuando la pelirroja, al ver su amiga en peligro sale corriendo y es apuntada con un arma, salgo corriendo detrás de ella viendo como Keily se inquietaba y ella solo corría más de prisa, cuando el bastardo dispara llegué justo a tiempo para tirar a Elena al piso evitando que el disparo la agrediera.
Después de ahí todo fue un caos total, vi como la pelinegra estaba desmayada en los brazos de unos de los secuestradores y a distancia se podía ver que por las venas de mi amigo ya no corría sangre sino fuego de la ira que sentía, recuerdo haberme preguntado una y otra vez el porque no hacía nada para defenderse, nuestras miradas coinciden y vi preocupación en su rostro, pero no por su bienestar sino por la mujer que uno de los idiotas sostenía en sus brazos y la herida que le propinaron.
Cuando de mala gana lo entran en la camioneta, a ella la colocan sobre él, en su regazo, no pude ver más, estaba preocupado por la chica que lloraba en el piso y los idiotas que aún nos tenían encañonados con un arma. Luego, los demás hombres se subieron a otras dos camionetas más y se marcharon con mi amigo.
Solo quedaba esperar, sabía que él se comunicaria conmigo y así poder terminar con esa mierda, nada salio como esperábamos, sin embargo, ambos, Marcelo y Keily, salieron bien de todo esto, lo demás es historia.
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Mi PERDICIÓN
RomanceKeily Andersson, una joven responsable que está a punto de culminar sus estudios en el área de Diseños de Interiores en una Universidad de Mérida, en la cual obtuvo una beca por su buen desempeño. Es una chica de buenos sentimientos y entusiasta que...