Luego de que Marcelo, me deja en la puerta de mi apartamento, entro a este de forma perezosa, puesto que me encuentro sumamente cansada, solo quiero ir a dormir, sin embargo, el agotamiento que ahora siento, ha valido la pena completamente por cada segundo que pase junto a él.
Nunca imaginé que mi cumpleaños terminaría de esta manera, una celebración privada, en donde ese rubio que me tiene perdida en él, me hizo sentir tan especial, tan viva. En ese momento, me atreví a dejar la vergüenza a un lado y así poder disfrutar a plenitud ese espacio juntos, me la jugué y lo provoque de todas las maneras posibles, lo admito, yo caí primero que él, pero ambos nos rendimos.
El trato que hicimos no lo podré llevar a cabo, es imposible y menos con tantos sentimientos de por medio, ya no lo puedo negar más, amo a eso rubio ojo de cielo y, jamás podría olvidar esa noche en donde hubo tanto, en donde sentí lo que no sabia que se podía experimentar, esos momentos, se quedaran guardados como el mejor de mis recuerdos.
Siento como mi cuerpo me pasa factura por todo lo que hicimos, y no me arrepentía de nada, estaba plena, habían pasado tantas cosas que había olvidado lo que se sentía estar así. Suelto un suspiro lento y me recargo en la puerta, recordando cada momento, desde la libertad que sentí en el instante en el que me subí a su moto hasta los últimos instantes del desayuno después de la sesión de sexo que tuvimos en la encimera de la cocina.
Suelto otro suspiro, pero esta vez esa de anhelo al querer volver a vivir lo que ya está prohibido, por lo menos por un tiempo más, hasta que él rompa un poco sus barreras, hasta que sienta en verdad todo aquello que quiero que vea y se dé cuenta de que debemos luchar y nunca dejar que esos miedos nos detengan a seguir viviendo.
Los hilos de mis pensamientos se dirigen a cada una de las provocaciones que le hice y viceversa, mis mejillas comienzan a calentarse y me remuevo incomoda, puesto que esa cocina fue testigo de como tuvimos sexo dos veces más, nos pasamos con unos minutos alegando que el reloj que funcionaba estaba defectuoso y los minutos estaban algo adelantados, pero ambos sabíamos que no era cierto, fue la última excusa que pusimos para poder estar juntos nuevamente.
— Creo que el reloj tenía diez minutos de adelanto, cielo.
Sonríe perverso.
— Ah, ¿sí? – masculla extasiado mientras mira mis labios y muerde los suyos. — Creí que solo eran cinco>>
ESTÁS LEYENDO
Mi PERDICIÓN
RomanceKeily Andersson, una joven responsable que está a punto de culminar sus estudios en el área de Diseños de Interiores en una Universidad de Mérida, en la cual obtuvo una beca por su buen desempeño. Es una chica de buenos sentimientos y entusiasta que...