≪•◦ ❈◇Capítulo 68◇❈ ◦•≫

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Eran alrededor de las once de la mañana cuando nos encontrábamos en dirección a la empresa LEGACY FERRER, en San Francisco

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Eran alrededor de las once de la mañana cuando nos encontrábamos en dirección a la empresa LEGACY FERRER, en San Francisco. Decidimos viajar muy temprano para llegar a buena hora.

Gracias a las palabras de Cristian, decidí cancelar la junta que tenía para hoy y vine a disfrutar unos días con Keily, tengo tantos deseos de verla, que no sé cómo no me volví loco el día de ayer ante su ausencia.

Es increíble lo rápido que me he acostumbrado a ella, ha tenerla cerca y sus ocurrencias me hacen sentir pleno.

Estando en la empresa, las indicaciones que nos han dado nos llevan hasta una chica castaña quien, al vernos, se quedó algo congelada, cuando estamos frente a su lugar de trabajo, se levanta de golpe, sorprendiéndonos con lo que dice:

— ¡Jueputa! — soltó de repente — ¡Lo que hace Dios cuando está contento!

Cristian sonrió y yo solo me limité a mirarla. Ella no sabía a quién mirar de los dos.

Al no entender lo que dijo, hablé:

— Disculpe, ¿Qué ha dicho? — Pregunté confundido, ella me miraba embobada —. ¿Se encuentra usted bien?

— Perdón, es que a veces hablo sin pensar, pero no les negaré que están muy simpáticos — respondió. Esta chica sí que es rara. Rara, pero no en mal sentido —. ¿Son ustedes los proveedores?

Cristian la observaba con picardía y es él quien decidió responderle.

— Mucho gusto, soy Cristián Serrano y él es mi socio Marcelo Sandoval — la chica estaba anonadada, escuchando a Cristian, estuve a punto de reír, tiene una mirada limpia, honesta —. Estamos buscando al señor Imanol Ferrer. ¿Podrías ser tan amable de llevarnos con él, por favor?

— Yo a usted lo llevo donde quiera — respondió con descaro, sin embargo, se da cuenta de lo que dijo —. Perdón.

— A este paso nos van a beatificar de tanto pedir perdón — agregó, Cris, con picardía.

No me agrada su comportamiento.

— Cristian, compórtate — pedí entre dientes —. Señorita, por favor, nos podría llamar al Señor Imanol Ferrer.

— Sí se lo podría llamar, pero es que él no se encuentra en estos momentos en la oficina, en cambio, está la señorita Bianca que los podría atender o el señor Iván que también se encuentra en las instalaciones, sigan por acá por favor.

Nos conduce hasta lo que parece ser una sala de juntas y procede a llamar a Bianca.

— Ya la señorita Bianca no tarda en venir — informó, amablemente — ¿Desean algo de tomar?

— Sí, me gustaría un café, por favor — pedí y ella me da un asentimiento —. Gracias.

— Y a mí me gustaría un café con tu nombre y número de teléfono — soltó, Cristian, lo miré fulminante. ¿Cómo se atreve? ¿A qué está jugando? —. Es que me gustaría conocer la ciudad y si no hay problema, ¿Podrías enseñármela?

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora