≪•◦ ❈◇Capítulo 64◇❈ ◦•≫

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Después que Keily, visitó el centro comercial y se encontrara con aquella situación, se dirigió hacia un parque que se encontraba cerca de su casa, se le habían ido las ganas de visitar a sus amigas, Martina y Mirian

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Después que Keily, visitó el centro comercial y se encontrara con aquella situación, se dirigió hacia un parque que se encontraba cerca de su casa, se le habían ido las ganas de visitar a sus amigas, Martina y Mirian.

—No entiendo nada, Dios mio — masculló para si misma.

No podía creer lo que sus ojos habían visto, no sabía como actuar y manejar esa situación, pero sabía que algo tenía que hacer.

En sus pensamientos solo rondaban sobre la chica que había visto en aquella boutique de vestidos de novia y la manera de ella recibir a aquel hombre, cuando pasó a recogerla.

— Elena debe saber lo que esta pasando, pero ¿Qué le voy a decir? ¿Que vi el hombre que ama con otra?

Su razonamiento, se encontraba perdido entre el monólogo anterior.
Keily sabía que la relación que ellos tenían, ninguno tenía que guardar exclusividad, sin embargo, se enamoraron y eso se veía a simple vista.

Decidió volver a su casa, necesitaba aclarar sus pensamientos, pero lo que tenía bien clara era que su amiga debia de enterarse de lo que estaba pasando. Para ella, Cristian estaba engañándola y eso no podía ocultárselo. Mientras caminaba por unas de las calles laterales al parque en busca de un taxi, pronto se sintió observada y giró su rostro para darse cuenta de que Diego, la miraba desde una distancia prudente.

Su piel se erizó totalmente cuando sus miradas coincidieron, su corazón latió fuerte, pues no sabía cuales eran las intenciones de su ex novio, puesto que, no podia ser una coincidencia haberselo encontrado en dos lugares diferentes. En verdad era algo que le preocupaba, ya que sabía que todo estaba relacionado a lo que anteriormente paso, el descubrimiento de su relación con Marcelo o al menos eso pensaba.

Rápidamente subió a un taxi, allí se sintió un poco más segura, pues no sabía cuales eran las intenciones de Diego.

Llegando a casa, decidió obviar lo de Diego y para ver si se despejaba un poco preparó su cena y organizó algunas cosas para luego ponerse a diseñar, era lo único que podía distraerla en este momento, sin embargo, nada le salía, la prueba de ello eran las bolas de papel que había en el piso.

Después de algunas horas, sonó el timbre, estaban tocando la puerta, se levantó rápidamente de su mesa de diseñar y, antes de abrir, se percató de quien era.

Una sonrisa se formó en sus labios cuando vio quien estaba del otro lado, abrió la puerta con urgencia y sus miradas coincidieron haciendo que el mundo dejara de existir. En ese momento, el tiempo dejó de funcionar, se detuvo.

El rubio la miró y no pudo evitar sonreír, tenía dos días sin verla, para él parecían meses, años quizás.

Ella no pudo evitar el impulso de acercarse y saltar sobre él, quien la atrapó de inmediato con una sonrisa sorpresiva. Él aprovechó y aspiró ese aroma del cual se había vuelto adicto.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora