≪•◦ ❈. Capítulo 81. ❈ ◦•≫

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Observaba a Keily, quien no dejaba de mirar sus manos, estaba nerviosa, podía sentirlo y no es para menos

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Observaba a Keily, quien no dejaba de mirar sus manos, estaba nerviosa, podía sentirlo y no es para menos.

Esperaba tranquilo a que ella estuviera lista para iniciar su conversación, a que ella me contara todo aquello que estaba ocurriendo.

No obstante, su celular comenzó a sonar y ella llevó su mirada hasta donde se encontraba, lo tomó en sus manos e inmediatamente, sus ojos se llenaron de temor.

Ella no respondió, se veía tan agotada.

—¿No vas contestar?

Ella negó con la cabeza.

—Si lo hago, es posible que me llene de mucha impotencia nuevamente y vuelva a caer en otra crisis y no quiero — respondió, mirando sus manos. Me duele verla así. Se ve tan cansada.

Me puse de pie y caminé hasta ella. Tomé el celular y lo apagué.

Con una de mis manos y acaricié la suya.

—Cuéntame todo.

Dio un asentimiento y me miró.  Sus ojos estaban llenos de determinación, en ese momento supe de que hoy era ese día en el que llenaría todos los huecos de mi investigación.

—Hace mucho tiempo, recibía mensajes y llamadas de alguien oculto — comenzó, su tono de voz era sueve, pero podia sentir el miedo que esto le causaba —, al principio, lo vi como parte de una broma, por que no sucedían tan a menudo. En otras, pensaba que era Diego, para amedrentarme y hacer que volviera con él, pero con el tiempo, se volvió más habitual y comencé a tener miedo.

—¿Qué tanto tiempo hace de eso? — Pregunté.

—Aún estábamos tu y yo, con la relación no definida — respondió con una pequeña sonrisa. Eso me hizo sonreír —. Pero luego de eso, esto se intensificó más.

—¿Se volvió más recurrente después de nuestra boda?

Ella frunció el ceño, pensándolo un poco.

—Más bien unos meses antes y se volvió más insistente después de nuestro casamiento — respondió, un poco nerviosa —. Las amenazas eran muy recurrentes y todas ellas iban relacionadas a lastimar a mi familia, a lastimarte a ti.

Traté de escucharla sin interrupciones.

—Un día, estaba decidida a contarte todo a buscar ayuda para descubrir de quien se trataba — me explicaba y no me pasó desapercibido, el temblor de sus manos —. Me dirigía a la compañía telefónica, pues
estaba tan asustada que tomé la decisión de cambiar de número y fue ahí que me llamó y lo escuché por primera vez.

Apreté mi mandíbula hasta más no poder, sentía mucha impotencia ante lo que ella había vivido.

—Empezó a extorsionarme y me reusé, entonces me advirtió que estaba hablando en serio y que me lo iba a demostrar.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora