Capítulo 44 "Familia"

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Elena y yo estamos en el aeropuerto, específicamente en la sala de espera puesto que nuestro avión sale en cuarenta minutos, llegaremos a Toluca alrededor de las diez y media de la noche, la suerte que mi tío Roberto nos pasará a recoger a la aero...

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Elena y yo estamos en el aeropuerto, específicamente en la sala de espera puesto que nuestro avión sale en cuarenta minutos, llegaremos a Toluca alrededor de las diez y media de la noche, la suerte que mi tío Roberto nos pasará a recoger a la aerolínea.

— ¿El tío Robert, le dijo a mamá Sarah que iríamos? —  Cuestiona Elena mientras observa la pantalla de su celular. — No me vayas a salir con que le dijo, por favor.

— Lamento decirte, Eli, que mi tío es pésimo guardando secretos — hablo con una sonrisa en su dirección, — ya mamá esta enterada de que iremos.

— ¡Esto es increíble! — suelta indignada —  no le volveremos a decir nada, la próxima vez llegamos de sorpresa.

— Si, pero al llegar de noche corremos peligro de ser asaltadas y eso, al llegar a estas horas nos exponemos a mucho y sobre todo que no sabemos como andan las cosas en la ciudad, — hablo seriamente hacia ella — había que informarle para que mandara a alguien del rancho a buscarnos.

—  Solo por eso se salvará de mi enojo —  suelta ella más convencidade que tengo razón. —  Teníamos que venir hoy para disfrutar del rancho y sus caballos en el transcurso día de mañana y el domingo.

— Así es, Elena. — Trago grueso, la última vez Natalia nos acompañaba. —  Como cambian los tiempos.

Elena me mira extraña.

—  Lo dices por la estúpida de nuestra ex amiga ¿no es cierto? — asiento con la cabeza, aunque no lo crean aún la traición de ella me duele. — A veces odio que seas así, me gustaría verte odiar y sacar ojos, pero no eres así. Sabes defenderte, si, pero no guardas rencor.

— No pierdo mi tiempo en eso, aunque debo confesar que cada vez la tolero menos y hoy estuvo insoportable, — hablo con calma recordando todo lo ocurrido en la reunión — me sentí tan incómoda por la situación, ella debe aprender a separar los asuntos personales de los laborales, pero no lo entiende.

Ella sonríe maliciosamente.

— Créeme, kei, que hubiese pagado lo que sea por ver su cara hoy cuando la señora Ortiz te nombró como diseñadora y más aún de un proyecto tan importante, estoy orgullosa.

—  Créeme fue increíble verla refutar, refunfuñar y darse por vencido, aunque para ser honesta no me alegra verla en esa faceta, es decir, ¿Qué le pasó?

— Nunca fue tu amiga, Keily, engañarte con tu novio durante meses y reírse en tu cara, no es de amigos, nunca fue nuestra amiga.

— Lo sé, lo que más me duele es que se excusa diciendo que siempre le interesó Diego, pues nunca me di cuenta, es más, parecía que lo odiaba.

— Estrategia, Kei, eso fue una simple pantalla para ocultar su hipocresía — habla Elena con un rastro de impotencia en su voz, — pero lo que más me duele es que no hubo señales o por lo menos no supimos verla.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora