≪•◦ ❈. Capítulo 71. ❈ ◦•≫

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Han ocurrido tantas cosas en estas ultimas tres semanas que parece imposible dar a basto para tanto, no he tenido tiempo para nada

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Han ocurrido tantas cosas en estas ultimas tres semanas que parece imposible dar a basto para tanto, no he tenido tiempo para nada. Son muchos los problemas que nos han acarreado, pero aquí estamos haciéndole frente a algunos. Aunque, sinceramente, quisiera enfocarme en uno solo, pero lastimosamente, no se puede.

— Te costó mucho obtener el 40% de la empresa para que ahora quieras venderlo — repliqué a mi amigo, ante la decisión que había tomado.

Tomó un trago, ambos estábamos en su oficina, en el club.

— Solo voy a vender el 20%, Marcelo. Necesito el dinero para estar preparando para lo que viene.

—Tú sabes que puedes contar conmigo, ¿Verdad?

—Lo sé, hermano — el castaño soltó un suspiro profundo —. Lo tendré en cuenta, pero necesito luchar por Elena y mi hijo. No puedo simplemente quedarme quieto.

Sonreí de boca cerrada.

—Aún no puedo creer que vayas a ser padre, Cris.

— Estoy asustado, Marcelo — dijo con media sonrisa —. No obstante, soy el hombre más feliz del mundo a pesar de las circunstancias que nos rodean. Por eso necesito que me ayudes.

—Voy a comprarte las acciones, pero reitero que no es necesario, yo podría facilitarte el dinero.

—Gracias. En verdad agradezco que siempre estés para mí, pero estaría más tranquilo de esa manera, solo me metí en este lío y quiero intentarlo. Sin embargo, voy a tener en cuenta tu ofrecimiento.

—Bien — dije, dándome por vencido —. Al parecer no puedo hacer nada para convencerte de lo contrario.

Sonrió.

— Así es.

Cristian comenzó a revisar unos papeles de su club. Mi amigo tiene un buen capital para vivir bien, mantener su negocio y de más, pero lo que tiene no es suficiente para hacerle frente a los padres de Penélope Silva. Ahora bien, debe pensar bien cada uno de sus pasos, pues de él depende el bienestar de Elena y su hijo, aunque ella no necesite de Cristian, él no la dejará sola en ningún aspecto.

El sonido del celular de Cristian, me saca de mis pensamientos y lo veo sonreír orgulloso ante la pantalla de su celular.

— Es mi bebé — dijo con una sonrisa gigante en el rostro, fruncí el ceño, ¿Cómo que su bebé? —. Estoy seguro que será una niña muy fuerte, igual a su madre.

Él está empeñado en que será una niña, muere porque así sea.

Me muestra la pantalla de su celular y achiqué los ojos para mirar. Es una imagen que le envió la pelirroja.

— No veo nada, Cristian.

El giró su celular para mirarlo nuevamente.

—¿Cómo qué no? — dijo, indignado —. Es lo que está encerrado en el círculo anaranjado. Mira.

Mi PERDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora