Abrí los ojos de manera perezosa, al sentir los cálidos brazos de mi esposo, rodear mi cuerpo. Su respiración pausada, me indicaba que aún dormía y no es para menos, fue larga nuestra noche en donde hicimos el amor incontables veces.
Detallé cada parte de él y puedo asegurar que cada vez me encanta más este hombre y lo mejor de todo es que mi marido, mi esposo.
Aun no puedo creer que me haya casado con el amor de mi vida. Marcelo y yo, hemos pasado por situaciones difíciles y hemos sido resilientes a todas ellas. Prometo seguir luchando por él, siempre.
Doy unos cuantos besos en sus labios con cuidado de no despertarlo, tengo hambre y quiero preparar algo de desayunar.
Salgo de la inmensa habitación, este ático es precioso y espacioso. No cabe duda que es al estilo de Marcelo Sandoval.
Llegué justamente a la cocina y abrí el gran refrigerador, el cual está equipado para la preparación de cualquier comida. Miré las uvas, las cuales, a la vista, están muy apetecibles, tomé una y la llevé a mi boca para luego sacar algunas cosas para preparar un desayuno saludable.
Como no conozco el espacio, tardé un poco en encontrar los utensilios de cocina y, cuando estoy a punto de tomar la salten, unos brazos fuertes que reconozco muy bien, me sorprenden desde atrás. Ese simple hecho me hace estremecer a sabiendas de quien se trata.
—Marcelo —mascullé con una sonrisa, pegando más mi espalda a su pecho.
Él enterró su rostro en el hueco de mi cuello y aspiró fuertemente, mientras sus brazos me mantenían presa.
—Te extrañé, mi cielo — su voz pausada, me indica que acaba de despertarse.
—Aquí estoy, mi amor — dije con una sonrisa que él correspondió.
Giré mi cuerpo para quedar frente a él, rosé mi nariz con la suya al tiempo que rodeaba su cuello con mis brazos y lo besé en los labios confirmando una vez más que con él nunca tendré suficiente.
—¿Por qué te has levantado de la cama? — Preguntó, luego de separar nuestros labios.
Sonreí.
—Iba a preparar un rico desayuno para ambos.
Mi esposo, sonrió.
—Amo tus dotes de chef, pero no harás eso — dijo mientras acariciaba mi espalda y glúteos haciendo que mi cuerpo reaccione a él —. Pediré que lo traigan mientras tu y yo hacemos el amor una vez más.
Bajé lentamente una de mis manos hacia su pecho, acariciándolo de manera provocativa. Lo miré con la intención de seducirlo y mordí mi labio inferior para luego hablar pausadamente, tentando, tocando sus abdominales. Sus ojos oscurecidos, me dijeron todo aquello que quería hacerme en este preciso instante.
—Pues que suerte la mía de que vaya a comer el postre primero.
Un gruñido salió de su garganta al tiempo que atrapé sus labios con urgencia. Nos besamos apasionadamente, con pasión, con locura.
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Mi PERDICIÓN
RomansKeily Andersson, una joven responsable que está a punto de culminar sus estudios en el área de Diseños de Interiores en una Universidad de Mérida, en la cual obtuvo una beca por su buen desempeño. Es una chica de buenos sentimientos y entusiasta que...