Después de que Atticus saliese corriendo como una bala para
escapar de Evelyn y evitar así hacer algo que ella no le perdonaría,
algo que destruyese los frágiles progresos que habían hecho, la
muchacha colgó su vestido en uno de los armarios. Luego se dirigió
al cuarto de baño que le había indicado él, se quitó la ropa interior y
se duchó.
Los chorros de agua caliente y celestial la libraron de todo el
maquillaje y los productos que la estilista le había aplicado en el
pelo. Era agradable refrescarse y deshacerse de todos esos
productos químicos.
Permaneció en la ducha más tiempo del necesario, para disfrutar
de las gotas de agua cayendo sobre su piel. Su cuerpo seguía un
poco trastornado por la caída desde la azotea.
«¡Menudo psicópata! ¿Qué clase de demente empujaría a
alguien de un edificio como ejercicio de confianza? A veces creo
que debe de ser bipolar o estar loco de remate», pensó.
Pero luego recordó la expresión de su cara siempre que
rememoraba el pasado. Se enternecía cuando lo oía decir que había
perdido demasiado en su vida.
«Casi tres mil años... Qué vida tan larga», pensó sintiéndose
culpable. Seguro que en todos esos años habría sufrido lo indecible.
Cuando Evelyn salió de la ducha, se vistió y volvió al dormitorio,
vio a Atticus tendido en la cama, sin camisa, con el pelo y el cuerpo
aún húmedos. Tenía la espalda apoyada en el cabecero de la cama
y los ojos cerrados, pero, por silenciosa que intentó ser, sabía que él
se percataría de su presencia.
—¿Por qué no te has secado? — le preguntó atusándole el pelo
con la toalla con la que ella había envuelto su melena.
—Quería volver rápido y asegurarme de que no intentabas
escaparte de la habitación — respondió Atticus sin abrir los ojos—.
Como te he dicho antes, en este hotel hay algunos huéspedes muy
peligrosos y poderosos. No quiero que deambules por ahí sola. No
sobrevivirías ni un minuto en los pasillos del Shangri-La.
—¡No seas tan dramático! —rio ella—. Ya estuve aquí y no me
pareció tan salvaje.
—Ya, pero esa vez todos los huéspedes estaban avisados de
que no podían atacar a nadie de tu familia o los castigaría con
severidad.
—De acuerdo. ¿Puedo irme a mi habitación? Podrías escoltarme
hasta ella.
—¿Por qué no vienes y te tumbas aquí conmigo? Deja que me
duerma contigo entre mis brazos hoy, Evie. ¿Es eso tanto pedir?
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...