El chasquido que Evelyn había oído era gutural y profundo. Le
recordó a la risa más sádica y cruel de Atticus. De inmediato un
escalofrío le recorrió la espalda.
En ese instante, los pinos, el cantar alegre de los pájaros y el
aroma de las lilas se esfumaron por completo. En un momento
estaban ahí y, al siguiente, ya no quedaba nada. La Oscuridad
descendió sobre ella como si se tragara el mundo al completo.
Aparte de la tonalidad de su propia piel y del color del abrigo que
llevaba en la mano, no había nada más que negrura en el horizonte.
Algo no iba bien. Pero, en su estado de inconsciencia, su cerebro no
trabajaba de manera óptima. Por eso, preguntas habituales como
«¿dónde estoy?» o «¿qué me pasa?» no cruzaron su mente.
Sin embargo, Evelyn Blackburn no era conocida precisamente
por ser muy racional: su cabeza siempre había funcionado de forma
misteriosa. Valentía y compasión tenía mucha, pero la habilidad de
ser paciente y pensar en las consecuencias de sus actos no era
algo que hubiera conseguido alcanzar en sus veinte años de edad.
Siguió observando la oscura inmensidad que tenía frente a sí.
Estaba confundida, y oyó aquella risa de nuevo. Su primera
intención fue echar a correr tan rápido como pudiera para escapar
cuanto antes de la siniestra voz, pero, del mismo modo que en la
escena del clímax de una película de terror, Evelyn hizo lo opuesto a
lo que dictaba la lógica.
Despacio, su cuerpo se volvió para encararse con el hombre que
estaba a unos metros detrás de ella. Cuando vio claramente su
silueta, no sabía si era producto de su imaginación, pero le pareció
que ya lo había visto antes. Lo primero que pensó fue que era
realmente alto y que estaba muy cerca. Él le dirigió un saludo con la
cabeza, como un caballero, le tomó la mano y se la besó. Evelyn no
esperaba ese inesperado gesto amistoso y se quedó atónita.
Sus labios eran finos y gélidos. De hecho, a Evelyn le pareció
que apenas si los había notado, más allá de una helada brisa contra
su carne.
Sin pensar en las consecuencias, dejó escapar un grito ahogado
y dio un paso atrás. Su rechazo a un gesto que quería ser
caballeroso no sorprendió al hombre, que se echó a reír y levantó la
cabeza.
Sus ojos oscuros se encontraron con los de Evelyn y ella chilló
de nuevo.
Era inhumanamente bello: pómulos pronunciados, mandíbula
cincelada, piel bronceada, cabello castaño claro peinado hacia atrás
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...