—¡Vete! — gritó Samuel por última vez después de empujar a Evelyn
para que saliera y cerrar de un portazo.
Durante su corta vida humana, Aspen había sido testigo del
poder de la Oscuridad, de cómo ésta podía invadir el cuerpo de
hombres y mujeres inocentes y con almas nobles. A veces había
sido él el objeto de su ira, a veces el objeto de su ira habían sido
otras personas: hombres y mujeres de todas las edades, siempre
que fuesen menos ricos y poderosos que quien cometía los abusos.
Las iracundas palabras de Samuel habían rebotado contra las
paredes mientras éste sacaba a Evelyn del apartamento a
empujones. Pese a haber sido testigo de los males del mundo
durante toda su vida, Aspen no pudo sentirse apenado al ver la
escena. Había algo extraño en los ojos de Samuel cuando había
echado a la muchacha del apartamento, algo distinto de la habitual
ira, la agresión, la ferocidad y la furia.
—¿Samuel? — pronunció en voz baja el nombre de su no
siempre amable amigo—. Pensaba que querías hacerle algunas
preguntas... ¿Por qué la has echado? ¡Nos iba a ayudar a encontrar
a Kainsius! Pensaba que querías sonsacarle información... — Aspen
se vio interrumpido antes de poder acabar la frase.
—¡Cállate!
Samuel se volvió hacia él con los ojos llorosos y se sacó del
bolsillo lo que este último percibió como un trozo de roca. Cruzó la
habitación y le puso el objeto en la mano
Era una reluciente bala de color negro. Quemada y deformada,
pero una bala, al fin y al cabo.
«Alguien tiene que haber usado esta bala», pensó Aspen
tocando el pequeño objeto metálico que tenía en la mano.
—No sé si tiene ningún valor o no — dijo Samuel
apresuradamente, cambiando el peso de una pierna a la otra. Le
temblaban ligeramente las manos, sólo un poco, pero le temblaban
—, pero la perra dijo que Atticus se la había dado para protegerse,
así que puede que tenga algún tipo de valor.
—¿De dónde la has sacado? — preguntó Aspen examinando la
bala—. ¿Qué pasa, Samuel? ¿No querías hacerle unas preguntas a
Evelyn y averiguar dónde está Kainsius?
—Es demasiado tarde para eso. No debería haberla ayudado.
Debería haberla dejado morir. ¡No me puedo creer que haya sido
tan estúpido! Esa chica es la niña de los ojos de Atticus, era
imposible que la dejara sola por ahí sin algún tipo de vigilancia, de
mecanismo de control para asegurarse de que estaba bien. ¿Cómo
he sido tan estúpido?
—¡Samuel! — exclamó Aspen—. ¿Qué demonios pasa? ¡Dímelo!
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...