Capitulo 52

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Atticus inhaló el aire frío invernal. Estaba apoyado en la barandilla

del balcón que su habitación y la de Evelyn compartían. Sus ojos se

elevaron hasta posarse en el cielo gris. Había nubes de tormenta a

lo lejos. Se preguntó en silencio si aquel año tendrían nieve.

Hacía mucho que no veía la nieve. Quería verla, montones de

ella, y una imagen del palacio cubierto de una gruesa capa blanca

cruzó su mente. Imaginó a Evelyn caminando con cuidado sobre un

manto de la fría sustancia, su pelo negro en contraste con el fondo

níveo que la rodeaba.

Atticus cerró los ojos y se permitió recrearse en aquella fantasía.

En su mente vio a la muchacha riendo mientras observaba la nieve

fascinada. Luego se volvía y le sonreía a él. Su piel estaba húmeda

por los copos que le habían caído encima y se habían deshecho al

contacto con su piel cálida. Su rostro era tan pálido y tan

perfectamente bello como la nieve. Sus ojos brillaban preciosos,

reflejando la luz que emanaba del paisaje nevado. Era la viva

imagen de la pureza.

Atticus sonrió para sus adentros y pensó: «Y es mía».

Se llevó otro vaso de alcohol a los labios. Esta vez había

cambiado el habitual whisky por el vodka. Este último quemaba un

poco más intensamente, pero también pegaba más fuerte.

Había perdido la cuenta de las botellas que había consumido en

los últimos tres días. Aunque debían de haber sido muchas.

Hacía muchas horas de la interrupción de Ethan y de la batalla

de emociones que había provocado en su interior. Todos sus

intentos por ahogar las penas no podían eliminar de su mente su

debate interno entre su amor por Evelyn y el amor que sentía por el

hijo que crecía en su vientre.

En un primer momento pensó que sería divertido tomarla con

Ethan y volcar en él todas sus frustraciones, pero al final había

acabado odiándose aún más a sí mismo. «Maldito Redfern y su

sentido de la ética.»

El puño de Atticus se cerró sobre la barandilla, tanto que dejó los

dedos marcados en el metal. Tomó otro sorbo de vodka para librarse

del estrés y volvió a pensar en Evelyn.

Su querida Evie.

Su mente se sumergió de nuevo en el seguro y placentero

mundo de la fantasía. La imaginó bailando en la nieve, dando

vueltas y más vueltas con gracia y elegancia, su risa llenándole los

oídos. Luego corría hacia él y saltaba a sus brazos, besándolo

apasionadamente. Sus labios eran dulces y deliciosos. Atticus oía

latir su corazón desbocado al tenerla tan cerca, rodeándole el cuello

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora