Atticus inhaló el aire frío invernal. Estaba apoyado en la barandilla
del balcón que su habitación y la de Evelyn compartían. Sus ojos se
elevaron hasta posarse en el cielo gris. Había nubes de tormenta a
lo lejos. Se preguntó en silencio si aquel año tendrían nieve.
Hacía mucho que no veía la nieve. Quería verla, montones de
ella, y una imagen del palacio cubierto de una gruesa capa blanca
cruzó su mente. Imaginó a Evelyn caminando con cuidado sobre un
manto de la fría sustancia, su pelo negro en contraste con el fondo
níveo que la rodeaba.
Atticus cerró los ojos y se permitió recrearse en aquella fantasía.
En su mente vio a la muchacha riendo mientras observaba la nieve
fascinada. Luego se volvía y le sonreía a él. Su piel estaba húmeda
por los copos que le habían caído encima y se habían deshecho al
contacto con su piel cálida. Su rostro era tan pálido y tan
perfectamente bello como la nieve. Sus ojos brillaban preciosos,
reflejando la luz que emanaba del paisaje nevado. Era la viva
imagen de la pureza.
Atticus sonrió para sus adentros y pensó: «Y es mía».
Se llevó otro vaso de alcohol a los labios. Esta vez había
cambiado el habitual whisky por el vodka. Este último quemaba un
poco más intensamente, pero también pegaba más fuerte.
Había perdido la cuenta de las botellas que había consumido en
los últimos tres días. Aunque debían de haber sido muchas.
Hacía muchas horas de la interrupción de Ethan y de la batalla
de emociones que había provocado en su interior. Todos sus
intentos por ahogar las penas no podían eliminar de su mente su
debate interno entre su amor por Evelyn y el amor que sentía por el
hijo que crecía en su vientre.
En un primer momento pensó que sería divertido tomarla con
Ethan y volcar en él todas sus frustraciones, pero al final había
acabado odiándose aún más a sí mismo. «Maldito Redfern y su
sentido de la ética.»
El puño de Atticus se cerró sobre la barandilla, tanto que dejó los
dedos marcados en el metal. Tomó otro sorbo de vodka para librarse
del estrés y volvió a pensar en Evelyn.
Su querida Evie.
Su mente se sumergió de nuevo en el seguro y placentero
mundo de la fantasía. La imaginó bailando en la nieve, dando
vueltas y más vueltas con gracia y elegancia, su risa llenándole los
oídos. Luego corría hacia él y saltaba a sus brazos, besándolo
apasionadamente. Sus labios eran dulces y deliciosos. Atticus oía
latir su corazón desbocado al tenerla tan cerca, rodeándole el cuello
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...