Un halo de luz dorada iluminaba los pasillos, alargados y anchos,
que se extendían por cada rincón de aquel inmenso lugar como las
raíces de un árbol muy antiguo.
Por primera vez, Evelyn cayó en la cuenta de que nunca le había
pedido a Atticus que la llevara a hacer una visita por el palacio. La
idea de no haber visto nada más allá del edificio en el que se
encontraba su habitación, de no haber contemplado aquella
construcción en todo su esplendor, la llenó de pena. ¡Si no sabía ni
cómo de grande era! Cuando se había escapado con Ethan hacía
unas semanas, habían andado hasta las mazmorras y había sido
una larga caminata. El plan que acababa de poner en marcha hacía
un rato había aguzado sus sentidos. Pensó que quizá ahora ya
nunca haría esa visita por la casa de Atticus. Sin embargo, intentó
no pensar en ello.
El vestido que llevaba era uno de los muchos que el rey había
pedido que confeccionasen especialmente para ella. Por
experiencias previas sabía que la forma más rápida de conquistar a
una mujer era a través de la ropa y las joyas, aunque esa creencia
había muerto al conocer a Evelyn Blackburn. Ella era la excepción
que confirmaba la regla en todas y cada una de sus técnicas de
seducción.
Una miríada de tonos azules, platas y violetas descendían del
cuello de la joven hasta el suelo. Su pelo había sido rizado
levemente y su cara maquillada. Se había propuesto estar atractiva.
Pensaba que Atticus agradecería el esfuerzo.
Ed y Josh intercambiaron una mirada inquieta; seguían con los
nervios de punta tras el incidente de ese mismo día. Todos sudaban
al acordarse de aquellos momentos de nerviosismo. Atticus sería
capaz de hacer arder el mundo por Evelyn y, si algo le ocurriese a
ella, no sólo mataría a los responsables, sino a cualquiera asociado
con éstos. Era una ley no escrita en palacio. Cuando habían oído
aquel chillido proveniente de la habitación de Evelyn hacía un par de
horas, los cuatro guardias pensaron que se trataba de los gritos de
demonios del más allá. Como vampiros de cierta edad y posición,
habían vivido todo tipo de guerras y conflictos, y se esperaba que
actuaran con calma hasta bajo la mayor presión. Habían sido
entrenados para no temerle a nada.
Pero cuando el grito de Evelyn llegó desde el otro lado de las
puertas de acero, los cuatro sintieron miedo por primera vez desde
hacía siglos. Al instante habían entrado en el cuarto, pero al
principio las pesadas puertas se habían negado a ceder. Por mucho
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...