Libros, botellas rotas, cajas vacías, cubiertos y pedazos de quién
sabía qué volaban por la habitación para acabar estrellándose
contra las ya maltrechas y sucias paredes o los cristales antibalas
de las ventanas.
Evelyn estaba desquiciada, como en trance, incapaz de percibir
el paso del tiempo. Su cerebro era un embrollo gigante, y lo único
que le importaba en ese momento era descargar su ira con
violencia.
La sensación de lanzar objetos tangibles y verlos hacerse
pedazos al entrar en contacto con las diversas superficies
provocaba en ella una excitación que desconocía. Era lo más
estimulante que había probado en su vida. La excitaba y la aterraba
al mismo tiempo.
Sin embargo, al cabo de un rato, el reloj caído al pie de la
chimenea marcó la hora, el subidón de adrenalina pasó y Evelyn
cesó en sus agresiones.
—¿Ya? — oyó preguntar a Samuel desde unos metros más allá.
Seguía apoyado en el marco de la puerta — no se había movido
ni un ápice durante la pataleta de la chica—, mirando con cara de
aburrimiento lo que quedaba del apartamento de Hansel.
Después de observar la escena con detenimiento, le pareció que
el lugar tenía ahora mucho mejor aspecto que antes de que Evelyn
hubiese decidido arrasar con los restos. Se echó a reír al ver que
ella no contestaba a su pregunta.
—Por si los guardias de Atticus no habían hecho un buen trabajo
cargándose el lugar, tú los habrás ayudado a aprobar con nota
cuando el tirano de su jefe envíe a alguien a inspeccionar el
resultado...
Evelyn seguía en silencio. Se preguntaba qué hacía Samuel
todavía allí. Había esperado que se marchara a la primera
oportunidad. No se había molestado mucho en esconder la
repulsión que Evelyn le provocaba desde el mismo momento que le
había puesto los ojos encima.
Echó un vistazo a la habitación que quedaba a unos metros de la
sala de estar y se puso a deambular por el apartamento vacío
buscando algo que a Hansel le hubiese gustado que tuviera.
—Ni te molestes — dijo Samuel. Había adivinado lo que
pretendía hacer—. Aspen y yo ya entramos ahí hace unos días.
Confía en mí si te digo que esos malnacidos se llevaron todo lo que
valía la pena llevarse. Cada objeto de valor tanto sentimental como
material fue saqueado. Todo menos lo que había en la caja fuerte,
claro.
—¿La caja fuerte? — repitió Evelyn.
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
ВампіриHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...