Capitulo 18

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Libros, botellas rotas, cajas vacías, cubiertos y pedazos de quién

sabía qué volaban por la habitación para acabar estrellándose

contra las ya maltrechas y sucias paredes o los cristales antibalas

de las ventanas.

Evelyn estaba desquiciada, como en trance, incapaz de percibir

el paso del tiempo. Su cerebro era un embrollo gigante, y lo único

que le importaba en ese momento era descargar su ira con

violencia.

La sensación de lanzar objetos tangibles y verlos hacerse

pedazos al entrar en contacto con las diversas superficies

provocaba en ella una excitación que desconocía. Era lo más

estimulante que había probado en su vida. La excitaba y la aterraba

al mismo tiempo.

Sin embargo, al cabo de un rato, el reloj caído al pie de la

chimenea marcó la hora, el subidón de adrenalina pasó y Evelyn

cesó en sus agresiones.

—¿Ya? — oyó preguntar a Samuel desde unos metros más allá.

Seguía apoyado en el marco de la puerta — no se había movido

ni un ápice durante la pataleta de la chica—, mirando con cara de

aburrimiento lo que quedaba del apartamento de Hansel.

Después de observar la escena con detenimiento, le pareció que

el lugar tenía ahora mucho mejor aspecto que antes de que Evelyn

hubiese decidido arrasar con los restos. Se echó a reír al ver que

ella no contestaba a su pregunta.

—Por si los guardias de Atticus no habían hecho un buen trabajo

cargándose el lugar, tú los habrás ayudado a aprobar con nota

cuando el tirano de su jefe envíe a alguien a inspeccionar el

resultado...

Evelyn seguía en silencio. Se preguntaba qué hacía Samuel

todavía allí. Había esperado que se marchara a la primera

oportunidad. No se había molestado mucho en esconder la

repulsión que Evelyn le provocaba desde el mismo momento que le

había puesto los ojos encima.

Echó un vistazo a la habitación que quedaba a unos metros de la

sala de estar y se puso a deambular por el apartamento vacío

buscando algo que a Hansel le hubiese gustado que tuviera.

—Ni te molestes — dijo Samuel. Había adivinado lo que

pretendía hacer—. Aspen y yo ya entramos ahí hace unos días.

Confía en mí si te digo que esos malnacidos se llevaron todo lo que

valía la pena llevarse. Cada objeto de valor tanto sentimental como

material fue saqueado. Todo menos lo que había en la caja fuerte,

claro.

—¿La caja fuerte? — repitió Evelyn.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora