Capitulo 59

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—Yo... — empezó a decir Evelyn, pero esa única y breve palabra se

le atragantó y no fue capaz de decir nada más.

Atticus se echó a reír. Lo conmovía lo inocente que era.

—Incluso después de todo este tiempo te resistes a entender

que no puedes esconderme nada de lo que hagas. No estoy seguro

de si debería alegrarme o alarmarme ante tal muestra de optimismo.

Evelyn entornó los ojos. Sus palabras paternalistas la espolearon

de nuevo.

—¿Cómo te enteraste?

—Te vi.

—¿Me seguiste? — Su voz se elevó un tono—. Dijiste que no lo

harías.

—Nunca dije que no te seguiría. Dije que te concedería algo de

libertad durante un día o dos y que podías hacer lo que quisieras en

ese tiempo. Pero nunca dije que no te seguiría para asegurarme de

que no se te ocurría hacer nada que no debías.

—Me mentiste.

Atticus puso los ojos en blanco y suspiró.

—No, no te mentí, simplemente no te dije toda la verdad, pero

incluso si te hubiera mentido, ¿qué más da? La gente miente todo el

tiempo. No he llegado a donde estoy siguiendo las normas y

comportándome como un santo.

Ella negó con la cabeza, incapaz de creer lo que estaba oyendo.

—¿Y esperas que te quiera? ¿Cómo podría querer a alguien en

quien ni siquiera puedo confiar?

—Lo siento — se disculpó Atticus, pero Evelyn dudaba de la

sinceridad de sus palabras.

El rey alargó la mano para acariciarle la rodilla, visible cuando la

suave seda de su camisón dejó al descubierto su piel pálida. Ella

apartó la pierna.

—¿Por qué? — se limitó a preguntar.

Atticus se mordió el labio. Ella creyó que estaba sopesando qué

decirle, considerando las varias opciones. Pensó que cambiaría de

tema, pero se equivocaba.

—Te estaba poniendo a prueba, Evelyn. Quería saber si lo que

sentías por Hansel era genuino. Dijiste que tus sentimientos hacia él

no eran más que platónicos, pero no me lo creo. Lo veo en cómo

cambia tu expresión cada vez que oyes su nombre. — Apartó la vista

con la mandíbula apretada—. Al principio no quería creérmelo, pero

ahora ya no puedo ignorar la verdad flagrante que tengo delante de

mis narices como una señal de alarma.

Ella le dirigió una mirada que parecía querer decir: «¿Va en

serio?».

—Estás loco — replicó.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora