Capitulo 61

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Era curioso. Evelyn Blackburn vivía una vida que era la envidia de

toda clase de criaturas. Muchos de ellos habrían vendido su alma al

diablo por lo que ella había obtenido sin querer, sin hacer ningún

esfuerzo. El poder que poseía al ser el objeto del afecto de Atticus

Nocturne Lamia era algo que ella nunca había acabado de apreciar

ni entender del todo.

Resultaba irónico que fuera tan poderosa, tan temida y valorada

por muchos y, en cambio, ella se sintiera desvalida e impotente,

completamente sola.

Atticus había ordenado a cuatro guardias que se quedaran junto

a la puerta de la habitación de Evelyn día y noche. Los vampiros,

especializados y entrenados para formar parte de la élite de la

guardia real, estaban sobrecualificados para proteger a una simple

muchacha humana, o al menos así era cómo ellos veían la

situación. Habrían preferido estar en cualquier otro lugar del palacio

en el que hubiese más acción, algo que les supusiese mayores

retos, pero no tenían más opción, puesto que el rey les había dejado

claro que su deber era vigilar a Evelyn Blackburn.

Su seguridad era prioritaria.

—Vuestro trabajo es proteger a la señorita Blackburn. De

cualquiera o cualquier cosa que pueda suponer una amenaza para

su bienestar. Y cuando digo cualquier cosa me refiero a cualquier

cosa. Si, bajo cualquier circunstancia, los cuatro creéis que yo o la

propia señorita Blackburn podemos resultar una amenaza para su

persona, entonces deberéis hacer lo que sea más beneficioso para

ella. Eso incluye atacarme a mí o detenerla a ella. —Eran las

palabras que les había dicho Atticus Nocturne Lamia, y eran las

palabras que se les habían quedado grabadas a los cuatro hombres.

Cuando Evelyn abrió con cautela la puerta que separaba su

habitación de los iluminados pasillos del palacio, notaba mariposas

en el estómago. Se había enfundado en unos vaqueros negros, un

grueso suéter y un abrigo negro que era lo bastante tupido como

para protegerla del frío del exterior.

Su cuerpo necesitaba aire fresco y espacio. Y cuando abrió un

poco la puerta y vio los pasillos vacíos pensó que la suerte estaba

por fin de su parte y que ese día iba a brindarle un pedacito de cielo.

Sin embargo, se equivocaba. Cuando, tras sacar la cabeza, puso

un pie fuera de su nueva habitación, oyó de inmediato cuatro voces

masculinas desconocidas pronunciar su nombre al unísono:

—¡Señorita Blackburn!

Las rotundas voces resonaron en el corredor vacío y le hicieron

dar un respingo. Medio segundo más tarde vio a los cuatro hombres

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora