Capitulo 23

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Samuel miró a Atticus un momento con una ceja enarcada,

momentáneamente confundido por su respuesta.

—¿Cómo? Pero... ¿No has venido a...? ¿Sabes que Kainsius ha

desaparecido? ¿Es por eso...? — El tono de voz de Samuel

denotaba emoción; no por él, sino por Kainsius.

Sabía que a Kainsius le encantaría saber que su preocupación

había sido motivo de alarma para Atticus.

—¿Kainsius...? — El rey pronunció su nombre casi como si no

supiera de quién se trataba—. ¿Por qué iba a importarme una

mierda dónde está ese tipo? Tiene más de tres mil años, ya no es

una criatura, sabe cuidarse solo.

Samuel dejó escapar un gruñido, un acto impulsivo valiente y

estúpido a la vez.

Atticus rio.

—Lo siento, muchacho, pero tu creador no es la especie de

semidiós que te ha hecho creer, ni por asomo. Kainsius es un

maldito cobarde y le haría un favor al mundo si decidiera

desaparecer de la faz de la Tierra.

—¿Cómo puedes decir algo tan insensible y cruel de alguien que

te ha venerado desde que nació? ¿Es que no tienes corazón,

Atticus Lamia? ¿Eres tan despiadado como has hecho creer al

mundo entero? ¿Eres incapaz de sentir? ¿No hay ni una gota de

compasión ni de amor bajo esa máscara?

—¿Qué máscara? — El rey chasqueó la lengua y negó con la

cabeza, sin creer lo que oía, antes de que la hilaridad se convirtiera

en furia—. ¿Una máscara? ¿Te crees que esto es una máscara? Y

¿por qué iba yo a llevar una máscara? ¿Por qué iba yo, Atticus

Lamia, el rey del jodido mundo, a necesitar llevar una máscara? ¿Es

que eres tan estúpido como tu creador? No tengo ningún motivo

para llevar una máscara y fingir que soy algo que no soy. Lo que ves

es lo que soy. El maligno y monstruoso tirano que ves no es una

máscara. Eso es lo que soy, jodido imbécil. — En un abrir y cerrar de

ojos, Atticus cruzó la habitación y se colocó a unos centímetros de

Samuel. Lo agarró por la garganta con sus largos dedos y sonrió—.

¿Tienes miedo?

—No — respondió Samuel con la misma furia en sus ojos que la

que había en los de Atticus.

Sabía que no tenía sentido someterse a la voluntad del rey y

suplicar por su vida como un cachorrillo asustado cuando éste ya

había decidido matarlo. Prefería desaparecer como una supernova,

consumiéndose gloriosamente en una explosión. Quería herir el ego

de Atticus, infligirle todos los cortes profundos que pudiese.

—¿Por qué no tienes miedo? — rio el monarca apretando con

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora