Samuel miró a Atticus un momento con una ceja enarcada,
momentáneamente confundido por su respuesta.
—¿Cómo? Pero... ¿No has venido a...? ¿Sabes que Kainsius ha
desaparecido? ¿Es por eso...? — El tono de voz de Samuel
denotaba emoción; no por él, sino por Kainsius.
Sabía que a Kainsius le encantaría saber que su preocupación
había sido motivo de alarma para Atticus.
—¿Kainsius...? — El rey pronunció su nombre casi como si no
supiera de quién se trataba—. ¿Por qué iba a importarme una
mierda dónde está ese tipo? Tiene más de tres mil años, ya no es
una criatura, sabe cuidarse solo.
Samuel dejó escapar un gruñido, un acto impulsivo valiente y
estúpido a la vez.
Atticus rio.
—Lo siento, muchacho, pero tu creador no es la especie de
semidiós que te ha hecho creer, ni por asomo. Kainsius es un
maldito cobarde y le haría un favor al mundo si decidiera
desaparecer de la faz de la Tierra.
—¿Cómo puedes decir algo tan insensible y cruel de alguien que
te ha venerado desde que nació? ¿Es que no tienes corazón,
Atticus Lamia? ¿Eres tan despiadado como has hecho creer al
mundo entero? ¿Eres incapaz de sentir? ¿No hay ni una gota de
compasión ni de amor bajo esa máscara?
—¿Qué máscara? — El rey chasqueó la lengua y negó con la
cabeza, sin creer lo que oía, antes de que la hilaridad se convirtiera
en furia—. ¿Una máscara? ¿Te crees que esto es una máscara? Y
¿por qué iba yo a llevar una máscara? ¿Por qué iba yo, Atticus
Lamia, el rey del jodido mundo, a necesitar llevar una máscara? ¿Es
que eres tan estúpido como tu creador? No tengo ningún motivo
para llevar una máscara y fingir que soy algo que no soy. Lo que ves
es lo que soy. El maligno y monstruoso tirano que ves no es una
máscara. Eso es lo que soy, jodido imbécil. — En un abrir y cerrar de
ojos, Atticus cruzó la habitación y se colocó a unos centímetros de
Samuel. Lo agarró por la garganta con sus largos dedos y sonrió—.
¿Tienes miedo?
—No — respondió Samuel con la misma furia en sus ojos que la
que había en los de Atticus.
Sabía que no tenía sentido someterse a la voluntad del rey y
suplicar por su vida como un cachorrillo asustado cuando éste ya
había decidido matarlo. Prefería desaparecer como una supernova,
consumiéndose gloriosamente en una explosión. Quería herir el ego
de Atticus, infligirle todos los cortes profundos que pudiese.
—¿Por qué no tienes miedo? — rio el monarca apretando con
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...