Capitulo 50

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Atticus miró a Ethan sin verlo durante un par de segundos antes de

contestar y, cuando por fin lo hizo, desvió la vista.

—No quiero que tenga un niño — declaró—. Sería una tontería

salvarlo si de todos modos voy a poner fin a su vida tarde o

temprano.

—Es el hijo de Evelyn, ¿no crees que ella tiene derecho a decidir

si vive o muere? ¡Ni siquiera sabe que va a ser madre!

—Y nunca lo sabrá — añadió Atticus tajante, ahora mirando a

Ethan con una sonrisa maligna, en un discreto acto premonitorio que

el muchacho no necesitaba ver.

Ya se había imaginado que habría consecuencias si se atrevía a

decir que sabía que algo crecía en el vientre de Evelyn sin el

permiso del rey. Seguro que aquello terminaba con una masacre de

gente que tenía un gran peso tanto en su corazón como en el de

ella.

—Lo sabrá tarde o temprano. Eres consciente de que el cuerpo

de una mujer cambia cuando está encinta, ¿no?

—Obviamente — respondió el rey—. Pero el bebé habrá muerto

antes de que sea consciente de ello. Jamás lo sabrá. Yo me

encargaré de que nunca se entere.

—¿Cómo de avanzada está?

—No es asunto tuyo.

—¿Quiere eso decir que no lo sabes? — preguntó Ethan

demasiado esperanzado.

—El niño no es tuyo, sino mío, así que mantente al margen —

susurró Atticus—. ¿Es por eso por lo que estás aquí? ¿Para

preguntarme por qué no voy a salvar la vida de mi propio

descendiente? Porque, si es así, ya conoces la respuesta,

simplemente porque no quiero hijos. No quiero que nadie se

interponga entre Evelyn y yo, ¡no quiero que un niño me la arrebate

y la aparte de mí! Es mía y no la compartiré con nadie, ni siquiera

con mi propio hijo.

Se habían vuelto las tornas, y ahora fue el turno de Ethan para

sonreír. Atticus era un actor de primera y un maestro de la

manipulación. Aun así, la inteligencia del muchacho y su habilidad

para leer la mente de la gente eran demasiado agudas como para

que lo engañasen.

—Mientes — replicó.

—Vete.

—Un hijo no apartaría a Evelyn de ti, sino que os uniría.

Reforzaría vuestro vínculo y, además, al tener la vida del pequeño

en tus manos, ella ya nunca te dejaría.

—No estoy de humor para jugar a psiquiatras y pacientes

contigo. Esto no te incumbe, así que, si no tienes nada más que

ofrecerme, te sugiero que te vayas antes de que te mate.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora