Capitulo 43

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Todo había sucedido muy deprisa, demasiado para que el cerebro

humano de Evelyn lo comprendiera.

Cuando notó las manos de Atticus sobre su cuerpo, usando toda

su fuerza para inmovilizarla de espaldas sobre el colchón,

separándole las piernas con las suyas, la mente de la joven todavía

estaba intentando sobreponerse al shock de ver a Hansel.

En un momento estaba aturdida y confundida y, al siguiente,

luchando bajo el peso del desquiciado rey, tratando de liberarse por

todos los medios. Los ojos del vampiro la miraban, vacíos de

conciencia y llenos de oscuro deseo.

Evelyn gritó.

Luchó.

Era un déjà vu.

Le pareció que la historia volvía a repetirse.

Notó cómo la furia empezaba a acumularse en la boca de su

estómago.

Abofeteó al rey, pero él ni siquiera lo notó.

—No lo hagas... — le suplicó.

Miró por encima del hombro de Atticus buscando los ojos de

Hansel, pero en su lugar se topó con los de Ethan. No se había

dado ni cuenta de que él también estaba en la habitación. Era la

primera vez que lo veía. No perdió tiempo en preguntarse qué hacía

allí ni cómo había entrado. Notó una ráfaga de esperanza.

—¡Ethan! — gritó.

Él no se volvió.

Se quedó inmóvil, rígido.

Su cara era inexpresiva.

No le prestó la más mínima atención.

Era como si ella no le importara, como si no la quisiera, como si

no creyera que merecía la pena arriesgar su vida por ella.

—¡Ethan! — volvió a gritar Evelyn.

No hubo respuesta.

El corazón de la joven se encogió. Más lágrimas empezaron a

brotar de sus ojos, pero su cerebro estaba demasiado embotado

para entender nada. Reprimió un sollozo. Sintió a Atticus cerca de

su sexo, a punto de penetrarla. Se preparó para lo peor, pero no

llegó.

En lugar de notar al rey introduciéndose en su interior, lo que

percibió fue una ráfaga de aire frío y una mano amable sobre su

hombro. Después, la suavidad de las sábanas cubriendo su cuerpo

desnudo y un abrazo familiar.

Los fuertes bíceps alrededor de su cuerpo pertenecían a alguien

que ya la había salvado antes. Eran los brazos de un hombre al que

Evelyn le debía mucho.

Se apoyó en el acogedor pecho de Hansel. Él le acarició el pelo

con delicadeza, consolándola, mientras que ella no se atrevía a abrir

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora