Capitulo 38

1K 51 2
                                    

Atticus y Evelyn estaban en la cama. El torso desnudo de él y el

cálido y delicado cuerpo humano de ella separados solamente por el

fino camisón de seda que llevaba.

Él estaba desnudo.

Ella estaba en la cama con el vampiro tal y como había venido al

mundo. Sólo pensarlo la aterrorizaba. Pero, contra todo pronóstico,

la noche había sido del todo... civilizada.

Había habido momentos de besos apasionados, momentos que

Evelyn había esperado que acabaran mal, momentos que habían

hecho que reconsiderara su plan. En silencio dudaba de sus

habilidades para hacerle cambiar, de su poca capacidad de

mostrarse benevolente, de usar su amor para infundir un poco de

calor en su helado corazón. El objetivo que se había marcado iba

mucho más allá de las competencias de la pobre chica. Aun así,

nunca se sabía: la determinación y la dedicación conseguían a

veces superar todo tipo de dificultades.

Las manos de Atticus habían recorrido su cuerpo. Su tacto era

delicado, pero Evelyn sabía demasiado bien que podía pasar de

hombre amantísimo a bestia agresiva e implacable en cuestión de

segundos. Ella había resistido su primer impulso de apartarlo y

echar a correr tan rápido como sus pies la llevasen.

Necesitaba sentir sus piernas correr todo lo rápido que podían,

escuchar sus pasos reticentes y repetitivos. Necesitaba sentir la

fricción del aire contra su cuerpo mientras ponía más y más

distancia entre ella y Atticus.

Deseaba estar lejos de él, a salvo, pero no se atrevía a mover ni

un músculo. No podía hacerlo.

El rey la acercó todavía más hacia sí. Tenía ambos brazos

alrededor de la cintura de ella y colocó su cuerpo de modo que

Evelyn apoyara la cabeza sobre su pecho. La abrazó con fuerza y

con el pulgar acarició la piel de su nuca.

Oyó el corazón de la chica latiendo fuertemente, más deprisa de

lo normal. Estaba nerviosa y asustada, lo sabía. Lo había estado

desde el momento en que él se había metido en el baño con ella.

Lavarle el pelo y luego el resto del cuerpo le había proporcionado

un placer indescriptible. Le había encantado notar sus miembros

temblorosos al deshacer los nudos de tensión de sus cervicales y su

espalda. Había admirado la forma en que había mantenido los

brazos a los costados y la boca cerrada mientras él le pasaba la

esponja por los delicados pechos.

Se había sentido totalmente hipnotizado por su cuerpo cálido y

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora