Capitulo 5

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«¿Por qué tendrá tanta ropa en una habitación de hotel?», se

preguntó Evelyn al encender las cegadoras luces blancas del

vestidor de Atticus. Era del mismo tamaño que la habitación que

tenía en casa de sus padres.

Había armarios roperos modernos y lacados empotrados en las

paredes. Tantos, que la única superficie visible que fuese parte de la

estructura del hotel era el techo. Todos los armarios tenían las

paredes interiores de color negro. Algunas puertas estaban abiertas

y otras cerradas.

Evelyn empezó a deambular por el vestidor, echando un vistazo

a cada armario, en busca de algo que ponerse. Su vestido, abierto,

le colgaba tan sólo del brazo izquierdo. Supuso que Atticus querría

que durmiese en su cama, con él. Después de todo, era Atticus, y la

joven había visto la lascivia en sus ojos y el bulto en su pantalón.

No era la clase de hombre que aceptaba un no por respuesta,

así que dudaba que aquella noche fuese a ser una excepción, pese

a que le hubiese prometido intentarlo. No obstante, aún albergaba

esperanzas de que él le demostrara que había algo más que deseo

entre ellos. Había prometido intentarlo, sí, y ella necesitaba

desesperadamente creer que cumpliría sus promesas para que lo

suyo funcionara.

Estaba dispuesta a olvidar todas las cosas malas que le había

hecho en el pasado por el bien de un futuro mejor para su raza.

Estaba dispuesta a olvidar a Ethan, a olvidar a Hansel y a empezar

de nuevo con Atticus. Todo cuanto quería era salvarlo y hacer de él

un hombre mejor. No deseaba otra cosa.

Una nación bajo el gobierno de un tirano sufriría para siempre la

pobreza, y ella estaba cansada de ver sufrir a la gente, de dejar que

las injusticias y los prejuicios campasen a sus anchas entre ambas

razas, e incluso entre los individuos de la misma raza.

Estaba decidida a cambiarlo.

Encontró algunas prendas que podrían ser cómodas para dormir.

Sacó un par de calzoncillos nuevos, todavía en su caja, de uno de

los cajones y una camisa marrón oscuro de un armario. Se quitó el

vestido y se puso la ropa sin darse cuenta de la presencia masculina

que se hallaba de pie junto a la puerta.

—No sé qué me gusta más —oyó decir a Atticus—, si verte con

mi ropa o desnuda. Desnuda estás fabulosa, pero verte con mis

prendas me acaricia el ego y el orgullo.

Lo sintió detrás de ella.

—Hola... ¿Ya has acabado de hablar por teléfono? — preguntó

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora